“Pandemia a la alza en Colima”
Rogelio Guedea
Los casos de Covid en Colima siguen a la alza en los últimos días y se espera que en las próximas semanas la situación pueda tornarse más delicada, sobre todo porque las variantes del virus (sobre todo la Delta) son más contagiosas y de sintomatologías igualmente distintas, con consecuencias aún desconocidas.
Los muertos por Covid no han cesado en Colima, pero sí han cesado las medidas sanitarias y las formas en que la población interactúa entre sí misma.
En cualquier conglomerado social ya es muy fácil ver a solo unos cuantos con cubrebocas, a una gran mayoría sin cubrebocas y a muchos más no respetando la sana distancia, lo que incrementa el riesgo de los contagios y, con ello, las consecuencias para la salud ciudadana en general.
En los últimos días, Colima ha superado los cincuenta positivos diarios, no menos ayer fueron casi cien. Si tomamos en cuenta que un solo contagiado puede ser la raíz de la multiplicación del contagio de 2,400 personas, la situación se torna alarmante.
No todos estos contagiados morirán, por fortuna, pero pensarlo así será igualmente irresponsable pues cada vida –cuando se le individualiza y ve en toda la extensión de su propia humanidad- tiene un valor inapreciable.
También están las consecuencias que deja el padecimiento, en unos casos más graves que en otros, más lo que esto provoca en la dinámica social y económica de una entidad.
Ayer, el propio gobernador Nacho Peralta habló ya de que es posible de que el regreso a clases se cancele de seguir a la alza el número de contagios, incluso habló de cancelar la Feria próxima.
Un artículo reciente, publicado en una revista de educación de Estados Unidos, alertaba de cómo las escuelas y universidades, de no tener los cuidados y medidas debidas, se podían convertir en breve en los grandes depositarios de la transmisión del Covid en la población, y pedía, por tanto, que las autoridades educativas fueran muy cautas en permitir el regreso a clases, aun cuando se establecieran medidas estrictas de convivencia.
La tercera ola del Covid parece ser que, en el nuestro, es una cresta más padecida desde que empezó la pandemia, que ya ha cobrado casi doscientas cincuenta mil vidas según las cifras oficiales y se calcula que son más de quinientas mil reales, incluidas las asociadas con la enfermedad. A este estrago sanitario se aúna la espiral de violencia que ha atravesado lo largo y ancho del país, con más de cien muertos diarios por homicidios dolosos.
Dos flagelos (el de la salud y el de la violencia) que han ocasionado de igual modo una crisis sanitaria que, según las últimas cifras del INEGI, han incrementado los índices de hambre de la población mexicana, pasando de cuatro millones de personas a nueve millones en la actualidad.
No será fácil, pues, controlar una pandemia si no se establecen medidas que no sólo hagan respetar las autoridades y los diferente niveles de gobierno, sino que a través de sus mensajes a la población no sean omisos en la seriedad de sus advertencias, pues la ciudadanía –así como actúa ahora mismo- pareciera que ya vive una era pos-Covid, cuando en realidad todavía no se logra salir de la emergencia sanitaria.
Esperemos, pues, que ante el repunte de casos autoridades y sociedad vuelvan al rigor de los cuidados sanitarios, se eviten actos que congreguen a muchas personas, se imponga el uso riguroso del cubrebocas en los mismos y se guarden las demás medidas sanitarias ya conocidas para evitar que esta nueva oleada de contagios vuelva a trastocar la tan anhelada nueva normalidad.
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