*El grabado rupestre mide aproximadamente 2 m de largo. Ya se registró ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Texto y fotografías: Rafael Cruz
Fue el pasado, 8 de abril de 2024, cuando tuvo lugar el denominado Gran Eclipse Solar de América del Norte, que este bello trabajo prehispánico, salió a la luz.
Aquella mañana, iniciamos desde temprano un recorrido por el municipio de Comala, en Colima, para captar aquel evento astronómico, cuando a la sombra de un majestuoso árbol de guamuchil, cubierta por la densa vegetación, se distinguió lo que parecía ser un gran cánido tallado en piedra.
Debido a su reciente descubrimiento se utiliza el término ‘cánido’, que incluye la posibilidad de que sea un perro, lobo, xolo, loberro, coyote, zorro, entre otros.
Parecía que respiraba al lado de nosotros, mirando a oriente, en posición de salto, como a punto de lanzarse al astro rey, o a quien fuese que se opusiera en su camino, o al despertar del Sol.
A través de estos antiguos caminos, bien conocidos entre pobladores por las leyendas sobre fenómenos sobrenaturales y avistamientos de luces entre los cultivos de caña y maíz, que avanzamos poco a poco por la densa selva tropical comalteca, a orillas del Río San Juan.
Lo que encontramos fue una piedra rojiza de origen volcánico. Todo indica que se encuentra completa y en su sitio original, y fue descubierta antes de la actual temporada de lluvias. También encontramos en los alrededores pozos de saqueo, y construcciones a diestra y siniestra sin la supervisión de nadie que vele por el patrimonio histórico de Colima, por ello, consideramos como urgente, el rescate, estudio y protección de estos lugares con potencial arqueológico, así como una reglamentación clara que priorice la historia, en medio del crecimiento acelerado y desmedido en la zona rural de Comala.
Ésta no es cualquier roca. Por sus características, podríamos estar frente a un monumento de carácter ritual, que pudo ser protagonista de un importante centro ceremonial, que podría estar relacionado a la fase Chanal (1100–1500 EC), es decir, del Posclásico colimense.
Este periodo representó las primeras grandes ciudades del Reino de Coliman, junto con La Campana, y un esplendor significativo en alfarería, metalurgia, edificaciones y detallados grabados en piedra, así como un complejo sistema de comercio con otras culturas mesoamericanas, incluso, de otras latitudes de la actual Sudamérica, pues, estudios recientes, ya indican la existencia de intercambio cultural marítimo, gracias a la navegación de cabotaje.
Es la primera escultura que se encuentra de este tipo en Colima. Un elemento completamente nuevo que se integra al gran legado de los antiguos pobladores de Colima. Este tipo de monolitos se cataloga como una piedra sagrada, cuyo propósito nos podría estar indicando algo todavía desconocido.
En el pensamiento prehispánico, estas esculturas podrían considerarse sagradas. Se les visitaba y tomaba en cuenta como participes de las dinámicas sociales. En el caso concreto de las imágenes de animales, podrían estar asociadas a algún linaje, aunque también podían aludir a deidades o personajes míticos.
Este monumento en cuestión, cuenta con un panel pulido y escalones, donde se especula habrían de hacerse actividades de carácter espiritual, o para la observación de la bóveda celeste.
LA HISTORIA GRABADA EN PIEDRA
En el México antiguo, la aparición de símbolos de animales en rocas, para distinguir grupos culturales, se remonta a las culturas más antiguas de Mesoamérica. En Colima, lo podemos observar en El Chanal, cuya escalinata del templo a Tláloc y demás piedras grabadas encontradas en la zona (en su mayoría robadas) mostraban distintos animales, tales como águilas, coyotes, jabalís, jaguares, monos araña, ocelotes, perros, pumas, serpientes, tejones, venados, zorros, entre otros. Todos estos grupos ahí representados, eran procedentes de las regiones donde son endémicas estas especies.
Esta escultura crea una conexión emocional significativa entre la obra y el espectador. Es una «escultura de bulto» de un retrato expresivo. El elemento en cuestión, podría catalogarse como una estatua, entendiendo que son aquellas esculturas aisladas que representan una entidad específica tridimensional, que normalmente representan ídolos o personajes destacados en la región. Aunque esta roca también muestra partes del cuerpo y la textura de la piel. Presenta una técnica más avanzada respecto a otras registradas en nuestra entidad. Es una obra de carácter figurativo y emotivo, que transmite un mensaje o un estado de ánimo.
No se descartar que este monumento pudiera tener usos astronómicos, relacionados con eclipses, equinoccios o pasos cenitales
¿QUÉ HACER ANTE UN HALLAZGO ARQUEOLÓGICO?
Si un día encuentras un objeto histórico en la vía pública, por favor repórtalo al INAH, sin alterar el contexto del lugar donde fue localizado, para que se lleve a cabo un rescate arqueológico que ayude a los investigadores a ampliar la historia de este bello rincón del Occidente de México.
Si ya cuentas con piezas que heredaste de tu familia, o en tu propiedad descubres restos o ruinas arqueológicas, también puedes solicitar al INAH que acuda y los registre, y así, seguir conservándolas en casa, como un Guardián Responsable del Patrimonio Cultural de México. Es importe resaltar que el INAH no quitan terrenos, como erróneamente se dice. Al contrario, el valor del sitio se torna para la cultura, como incalculable. Además, algún día pueden llegar a ser parte de una exposición en un museo, como colección privada con el nombre de tu familia.
Recuerda, que está prohibido extraer piezas antiguas del suelo, cuevas, edificaciones o el relieve oceánico. Así como vender o comprar antigüedades prehispánicas y otros tipos de reliquias, que puedan ser de interés histórico para Colima, y para el país.
La historia de Colima ya ha sido bastante destruida y saqueada. Se llevaron las joyas cerámicas, minerales, líticas y metálicas más hermosas, las más grandes, coloridas y con técnica de manufactura más compleja, no obstante a eso, también destruyeron nuestros templos y sitios consagrados en el tiempo. Hoy, nos quedan las piedras. Las hermosas Abuelitas Sagradas del campo colimense.
Los bienes arqueológicos son propiedad de la Nación. Admíralos, y cuídalos mucho, para que más generaciones puedan sentirse orgullosas de las raíces históricas y culturales de Colima, y de México.
Este fue un trabajo en equipo con la arqueóloga Ligia Sofía Sánchez Morton, investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y del Centro de Estudios y Divulgación de Arqueología e Historia Mesoamericana (CEDAHM), el escritor Melquiades Durán Carvajal, el fotoperiodista Jonathan Eduardo Villa Montes y un servidor, José Rafael Cruz Vázquez, también fotoperiodista.
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