*“Debemos construir juntos entornos pedagógicos, académicos e intelectuales sanos y sin riesgo”, dijo Octavio Arellano en el foro ANUIES-RCO Buenas prácticas para el regreso responsable a las actividades presenciales.
Para responder a varias preguntas sobre el regreso gradual y presencial a las aulas en las universidades del país, se realizó hace días la mesa de trabajo “Salud socioemocional en el contexto del regreso a clases presenciales”, donde participaron expertos, académicos y funcionarios de las universidades de Aguascalientes, Guadalajara y Guanajuato. Lo anterior en el marco del Foro ANUIES-RCO sobre “Buenas prácticas para el regreso responsable a las actividades presenciales”, al que también se sumó la Universidad de Colima como sede.
Al hablar sobre los retos de dicho regreso, la investigadora de la Universidad de Aguascalientes, Alicia Hermosillo señaló que las instituciones están llamadas a reconstituir el tejido emocional de sus comunidades y ser espacios de reencuentro con el otro: “Que se conviertan en un escenario que permita reconstituir a nuestras comunidades escolares los lazos de relación interpersonal”, enfatizó.
Sobre la posibilidad de crear un ambiente social de convivencia saludable en las comunidades académicas, Alicia Hermosillo destacó la importancia de crear estrategias intersectoriales, es decir, una academia bien comunicada y vinculada con otros sectores como los de salud y con las familias de estudiantes: “La pandemia nos ha dejado entender que podemos conectarnos con muchas personas para trabajar de manera colaborativa y no aislada, y que no necesitamos estar en el mismo lugar para hacerlo”, enunció.
Al tomar la palabra, el académico de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Octavio Arellano Reyna aseguró que el éxito de este regreso a las actividades presenciales dependerá, en gran medida, de la emoción pedagógica que le impriman los maestros para atraer, reubicar y reinstalar el ánimo de crecimiento académico de los estudiantes: “Un maestro que se emociona con su cátedra, transmite y motiva y hace que el aprendizaje surja de todas partes. Nos toca a quienes hemos sido docentes, enfrentar este reto más que nadie”.
Es necesario, continuó Octavio Arellano, “que la sociedad abrace a las instituciones universitarias, o sea, un abrazo comunitario de padres, maestros, autoridades, sindicatos, iglesias y hasta de clubes de servicio, de tal manera que caminemos juntos en una línea pedagógica que implique el crecimiento intelectual. Debemos construir juntos entornos pedagógicos, académicos e intelectuales sanos y sin riesgo”.
Por su parte, Esperanza Hernández (Universidad de Guadalajara) aseguró que es importante reeducarnos y pensar que no solamente se forman en las aulas ingenieros, médicos, arquitectos u odontólogos, sino nuevas generaciones de hombres y mujeres que deberán desarrollarse como recursos humanos sustentables, preparados para incertidumbres globales como la que se ha vivido con la pandemia.
También opinó que después de vivir por más de un año el aislamiento social, “las universidades deberían pasar por una reingeniería inter-operable que involucre a las mallas curriculares, los procesos de internacionalización, organizacionales y de administración, así como la tarea de crear ambientes flexibles para las comunidades universitarias; no solamente el aula debe tener procesos y protocolos, también debemos incorporar la inter-operabilidad administrativa, organizativa y tecnológica”, agregó.
Finalmente, dijo que la UdeG tiene planeado el regreso a las aulas en sus 32 centros educativos repartidos en Jalisco para el 10 de agosto, y que la población estudiantil regresará de forma voluntaria: “Quienes están en situaciones de riesgo, podrán seguir en un sistema híbrido y remoto”, detalló y advirtió: “Tenemos que trabajar de manera transdisciplinar y garantizar el bienestar de nuestros jóvenes”.
En su momento, la catedrática de la Universidad de Guanajuato, Isaura Arreguín señaló que las universidades son guías en múltiples ámbitos del desarrollo nacional, por lo cual es necesario mostrarse de manera estructurada y bien integrada. En este sentido, añadió que cada universidad debe partir de un diagnóstico del estado socioemocional de sus propias comunidades, ya que las condiciones en el tema de la salud mental variarán en cada región del país.
De igual manera, enfatizó que las universidades deben ser espacios de seguridad sanitaria, así como de adaptación y recuperación emocional de estudiantes, profesores y personal administrativo, lo cual deben comprender los ejecutivos para estructurar las fases del aprendizaje.
Por último, Isaura Arreguín detalló que en la Universidad de Guanajuato se realizó un programa de atención pedagógica para la comunidad académica a través de un chat, el cual constató que no todos los hogares representan un refugio ni un espacio de seguridad para estudiantes y profesores: “En este escenario tenemos una gran responsabilidad, la de mantener convivencias sanas dentro de nuestras instalaciones, implementar protocolos y ejercitar la capacidad de escucha, empatía y comprensión”, concluyó.
Por último, Lucía Villalobos (Universidad Autónoma de Aguascalientes) destacó la importancia de apostar por la formación de habilidades socioemocionales en los docentes y, en este sentido, habló sobre un programa de capacitación que ya se encuentra en desarrollo al interior de la institución donde labora.
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