UN FESTIVAL POLÍTICO
Además de los objetivos legítimos de reactivación económica del centro y recuperación de los espacios públicos, el Festival del Volcán tuvo desde sus inicios un propósito político: impulsar las aspiraciones futuristas del entonces alcalde Héctor Insúa.
La bien diseñada carrera política del panista (en 2012 pasó de delegado federal a diputado local y, en 2015, a la alcaldía capitalina gracias a una eficaz mercadotecnia electoral que le permitió convocar el voto conservador y aspiracional en la ciudad) se frenó en 2018 al buscar la reelección.
Lo derrotó Leoncio Morán. En 2003, como panista Locho había ratificado la alternancia en un municipio que fue gobernado por el PRI hasta que Carlos Vázquez (en su segundo mandato iniciado en 1997) triunfó con los colores del PRD, seguido por Enrique Michel que ganó en 2000 nominado por Acción Nacional.
Separado del blanquiazul y ya con la franquicia de Movimiento Ciudadano (MC), Morán Sánchez hizo campaña contra Insúa centrando sus críticas en el derroche de recursos públicos en los festivales del Volcán y Sábora (ideados por el hoy finado Davide Arena). Pero en cuanto tomó posesión, Leoncio Alfonso retomó ambos conceptos aunque en fechas distintas a las originales, lo cual según los restauranteros participantes mermó las utilidades. El confinamiento obligado por el covid le impidió organizar nuevos festivales en 2020 y 2021.
Ni Insúa que no consiguió la reelección municipal y tampoco Locho pese a usar la alcaldía como plataforma de lanzamiento, lograron el objetivo de llegar a la gubernatura. En 2021, como candidato de MC, Morán acabó perdiendo el apoyo del sector empresarial que decidió sumarse al proyecto de la prianista Mely Romero y, como el resto de los candidatos al ejecutivo local, fue derrotado por la morenista Indira Vizcaíno.
Postulada por los tres partidos que se habían venido disputando la presidencia municipal desde 1997 (PRI, PAN y un desfondado PRD, pues la estructura que le prestó las siglas a Vázquez Oldenbourg está ahora en Morena), Margarita Moreno hizo en campaña la promesa de continuar los festivales. Sin embargo, no alcanzó a realizarlos en 2022.
Seguramente calculó que, justo cuando se celebran los 500 años del primer asentamiento español en ‘nuestra Colima’, ambos eventos le ayudarían a conseguir la reelección y, finalizando un eventual segundo periodo, buscar desde el Ayuntamiento la gubernatura en 2027.
SUERTE DEL CONSORTE
Para que se cumpla esta proyección, la alcaldesa primero tiene que conseguir que el Festival Internacional del Volcán le permita amortizar los costos políticos que supone la vinculación a proceso de su esposo Carlos Noriega, quien fue secretario de Finanzas en el gobierno de Ignacio Peralta.
Al diputado local, la clase política gobernante y amplios sectores de la sociedad le atribuyen la responsabilidad de haberle dejado a Indira, más que números rojos, un desastroso estado financiero en la contabilidad gubernamental.
En la administración de Peralta Sánchez, como hermana de Nora –la esposa de Nacho–, Margarita Moreno fungió como presidenta del DIF Estatal. Ahora que se hacen manifestaciones contra toda la gente que pasó de la administración estatal a la municipal, esa sombra no llega a cubrirla pues, evidentemente, nadie en este sexenio –ni entre quienes gobernaron en los anteriores– quisiera cuestionar el uso de los programas asistenciales con fines electoreros.
Sin embargo, un juicio político que llevara al desafuero del diputado Noriega sí podría afectar la imagen de Margarita. La apuesta de la alcaldesa se infiere, es que el procedimiento legislativo y judicial para fincarle a su esposo responsabilidades por peculado, desvío de recursos y otros posibles delitos de corrupción, culmine en una multa, exigencia de restitución de recursos o simple apercibimiento público. Es decir, confía en que el humo se disipe.
Por lo pronto, en la inauguración del Festival del Volcán fue notoria la estrategia que seguirá la munícipe para deslindarse mediáticamente de su marido: una suerte de divorcio político. En el escenario donde se habrían de presentar los integrantes del grupo Matute, Margarita Moreno estuvo acompañada de todos los diputados locales del PRIAN y hasta uno de MC, excepto Carlos Noriega.
Arroparon a la edil sus compañeros regidores y hasta el diputado federal Riult Rivera, su potencial competidor por la nominación prianista a la presidencia municipal en 2024. Pero no su cónyuge.
Dueña de la escena política municipal, en la misma tónica que siguen otras gobernantes como Griselda Martínez en Manzanillo o la mandataria estatal Indira Vizcaíno, y no obstante que antiguos integrantes del gabinete de Peralta ocupan hoy puestos clave en la alcaldía, Moreno González trata de hacer creíble que Carlos Noriega no es ni mucho menos el alcalde consorte.
A QUIÉN LE IMPORTA
A la administración municipal –mejor dicho, a la empresa que se contrató– hay que reconocerle su capacidad de diseñar una logística complicada y hacer funcional la organización del festival. Hace unos meses, el ayuntamiento hizo un ensayo de lo que sería el del Volcán con el Sábora o, como nos gusta decirle, el comidafest. Pero como en las anteriores ediciones, el mérito es de la gente que aprovecha la ocasión para recuperar el centro.
Entre el público de Matute había personas de tres generaciones, los auténticos ochenteros y sus hijos, muchos de ellos acompañando a sus padres. A unos les suena ‘A quién le importa’ en la voz de Alaska, a otros con Thalía. Es el poder de la nostalgia y jugar con la playlist del entre siglo es un hallazgo de Jorge D Alessio, que luego siguieron los asociados al proyecto 90’s Pop Tour. Ochentera es también la propuesta del sábado 3 de mayo con la reunión de Pandora y dos de las integrantes de Flans. Y, la del domingo con Gloria Trevi, ícono de una rebeldía ficticia y ya acartonada.
Como en los festivales anteriores, la concurrencia a estos eventos (incluidos los masivos organizados por Gobierno del Estado con Camila, María José y los otros que se presentaron en la Feria de Todos Santos) demuestra la vitalidad de una sociedad civil ansiosa de entretenimientos ajenos a la narcocultura.
Esa fue una aportación de Insúa y no, necesariamente, un efecto del intercambio de ideas entre la actual alcaldesa de Colima y la oficina de gestión social de Medellín, Colombia. Pero se agradece el esfuerzo de Margarita por recuperar después de la pandemia un ambiente ferial fuera de los festejos charro-taurinos y de Todos Santos, para el ‘sano’ esparcimiento.
En ese sentido, es paradójico que un rito dionisiaco, un festival en torno al vino como el Sábora, o un servicio de restaurant-bar en la vía pública como el Volcán, sean publicitados como espacios culturales cuando esa misma prensa se ha referido por décadas a las cabalgatas en honor a San Felipe de Jesús como espectáculos decadentes. Sin duda, lo que en el rico es alegría, en el pobre es borrachera.
PÉTALOS DE MARGARITA
Corre con suerte la alcaldesa de Colima porque la ciudadanía no relaciona todavía el tema de la inseguridad con el ayuntamiento. Nadie ha querido endosarle a la munícipe el costo político de gobernar la ciudad “más peligrosa del mundo”, según el ranking difundido en días pasados por las redes sociales. Ese mismo aparato de propaganda digital ha sido benévolo con Margarita, en comparación con lo que han sido los troles con la gobernadora.
Los filtros de seguridad en los accesos al perímetro del festival son laxos y casi simbólicos. Hay demasiados huecos en ese cerco. Pero a nadie le cruza por la mente la posibilidad de que ocurra un hecho violento en cualquiera de los foros del festival.
En cambio, se difundió el contenido de una falsa narco-manta para alimentar el pánico en torno a la presentación del grupo Camila hace unas semanas, no obstante que se iba a llevar a cabo en la antigua zona militar, un espacio gubernamental perfectamente delimitado y con accesos controlados.
Ese morbo tampoco lo vimos alimentado en la presentación del cantante Alfredito Olivas en la explanada de la Petatera, donde estuvo presente la alcaldesa de Villa de Álvarez, Tey Gutiérrez, aun cuando dado el perfil del intérprete había lugar a toda clase de temores.
A LAS CAIDITAS
¿Sobrevivirá políticamente Margarita al juicio de Carlos Noriega? ¿Está blindada la alcaldesa frente a un escándalo que habría acabado la carrera de cualquier otra figura?
En el Congreso, durante la irrupción de los morenistas encabezados por la secretaria general de ese partido, Mitzuko Márquez, al diputado Carlos Noriega se le veía nervioso. Sus abogados han dicho que no tiene por qué temer una sentencia oprobiosa, pero sí debería tener miedo ante la posibilidad de que sus correligionarios lo dejen morir solo. Aun si conservara el apoyo del PRI de Nacho, hay varios proyectos en el otro PRIAN al que les estorba Margarita.
En los acuerdos entre partidos, al PRI le toca postular candidatos en los municipios del norte del estado, mientras el PAN tendrá que buscar retadores para desbancar a Morena de los ayuntamientos de la costa. En teoría, la ecuación está resuelta: las alcaldesas de Colima, Villa de Álvarez y Cuauhtémoc buscarán la reelección contando con buen posicionamiento. Pero el diputado federal por el primer distrito, Riult Rivera, enfrenta el dilema de postularse de nuevo a la cámara baja o tratar de llegar al Senado.
El Partido Acción Nacional está poco interesado en reclamar una posición en la fórmula al Senado por Colima. Prefieren dejarle ambas candidaturas al PRI, con tal de quedarse con dos en aquellos estados donde habrá elección a gobernador y tendrán que usar las dos nominaciones a la cámara alta para negociar con los aspirantes que no podrán pelear por la gubernatura.
Sobra decir que Riult estaría encantado de entrar al relevo en Colima si Margarita se cae, porque en la tabla de resultados han llegado más alcaldes capitalinos a Palacio de Gobierno que senadores.
Los grupos prianistas que aspiran a llegar a posiciones que ya están aparentemente dadas, están más interesados en que caiga Margarita Moreno que los propios morenistas, sólo que esperan que el gobierno estatal –el mismo que ha absorbido el costo político que causó el desastre financiero que dejaron Ignacio Peralta y Carlos Noriega– les haga el trabajo sucio.
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