ESTACIÓN SUFRAGIO

A DIOS, LO QUE ES…

ADALBERTO CARVAJAL

La Semana Santa nos obliga a hablar de religión… y política. Y ésta se ha presentado en la campaña electoral de una manera en que compromete la existencia misma del Estado laico.

Tendremos que hablar necesariamente de la participación política del clero (no sólo el católico que, a su vez, habría que dividir entre los jerarcas de la Iglesia y los curas de pueblo, sino de ministros de otros cultos), pero antes conviene abordar los discursos formulados para exacerbar el fanatismo de un pueblo indudablemente religioso.

En los medios digitales exentos de las regulaciones a radio y televisión, y sobre todo en las redes sociales, las creencias o no creencia, la cultura o la tradición religiosa tanto de la candidata puntera Claudia Sheinbaum como de su relativamente más cercana competidora, Xóchitl Gálvez, son asuntos que generan acaloradas polémicas y una ostentosa violencia política por razón de género contra la candidata de la coalición Seguimos Haciendo Historia.

En 1960, la religión de los candidatos fue tema en la elección presidencial de Estados Unidos. Tras una larga tradición de mandatarios protestantes, por primera vez surgió la posibilidad de que un católico llegara a la Casa Blanca. Y aunque la raíz irlandesa no le impidió al senador John F. Kennedy derrotar al republicano Richard Nixon, entonces vicepresidente del general Eisenhower, el credo romano del candidato demócrata se usó como un argumento en contra que el apuesto político apenas pudo compensar con su carisma y el de su esposa Jackie.

Sin embargo, hasta ahora en México no habíamos tenido una discusión sobre la religión de los aspirantes a la presidencia, quizá porque desde Benito Juárez y hasta Luis Echeverría todos se ostentaron como liberales (es decir, masones), cuando no declaradamente anticlericales.

Uno de los partidos que postuló a Andrés Manuel López Obrador en 2018 fue Encuentro Social, de clara línea evangélica. El discurso presidencial está cargado de frases bíblicas, citas del papa Francisco y referencias a la religiosidad popular, pero no está claro si el presidente es católico, protestante o simplemente cristiano.

LA MEDALLA DEL PAPA

En una misma semana Xóchitl y Claudia visitaron el Vaticano, en una audiencia que cada equipo de campaña publicitó en términos distintos: Sheinbaum como un diálogo enriquecedor con Francisco, un líder espiritual cuya visión sobre los derechos humanos comparte; Gálvez, como una bendición papal.

Para mantener su base católica, AMLO ha invocado en incontables ocasiones sus coincidencias con el Sumo Pontífice. Y aunque en campaña adelantó que invitaría a Jorge Mario Bergoglio a México, esta visita nunca se concretó. Con todo, no es el primer mandatario que se ha servido de la imagen del Papa con fines de gobernabilidad.

– López Portillo recibió al recién electo Juan Pablo II en 1979, y el polaco ofreció en la capilla de Los Pinos una misa para la madre del presidente.

– Salinas modificó la Constitución para reconocer la personalidad jurídica de las iglesias. Y, luego de la de 1990 donde también fue anfitrión CSG, su tercera visita a México (una escala relámpago en Yucatán) la hizo Karol Wojtyla en 1993 ya como jefe de Estado.

– Ernesto Zedillo recibió al Papa en 1999. En esa ocasión hubo dos eventos multitudinarios: un millón de jóvenes reunidos en el autódromo Hermanos Rodríguez, y el encuentro de las generaciones en el Estadio Azteca.

– El último viaje de Juan Pablo II a México, ya con Vicente Fox, fue en 2002 para la canonización de los mártires de Cajonos y del indio Juan Diego, un personaje cuya existencia histórica habían negado siempre guadalupanistas tan comprometidos como el abad de la Basílica, Guillermo Schulenburg.

El uso político del catolicismo fue manifiesto desde la toma de posesión del panista. Fox arrancó la jornada del 1 de diciembre de 2000 asistiendo a una misa en el Tepeyac, para luego recibir de sus hijos un crucifijo de buen tamaño durante la celebración popular por su ascenso al poder, en el Auditorio Nacional.

– Benedicto XVI vino a México en marzo de 2012, al final del mandato de Felipe Calderón. A la misa masiva en Silao que encabezó Joseph Ratzinger acudieron todos los candidatos presidenciales, pero la prensa destacó la presencia del priista Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera.

Para poder casarse por la iglesia con el entonces gobernador del Estado de México y cotizado viudo, a la actriz de telenovelas se le regaló la anulación matrimonial con el pretexto de que su boda con el productor José Alberto Castro era inválida porque se efectuó en una playa.

A diferencia de lo que pasó con el matrimonio religioso de Vicente Fox y Lilián de la Concha, Martha Sahagún sí pudo anular su enlace con el padre de sus hijos, Manuel Bribiesca. Mas para lograrlo, la vocera convertida en primera dama tuvo que acusar a su exmarido de violencia psicológica.

En cambio, el tribunal eclesiástico concedió la dispensa a la intérprete de ‘La Gaviota’ para volver a casarse, obviando que la pareja Castro-Rivera tuvo hijas y que, además de la bendición en la playa a manos de un sacerdote, con anterioridad habían celebrado el sacramento en una capilla.

…BIEN VALE UNA MISA

No vivimos en La Guerra de las Galaxias sino en El Imperio Contrataca. México no es laboratorio político sino un campo para el desarrollo de las estrategias de desinformación y propaganda negra que ya se probaron en América Latina.

En 80 años no tuvimos dictaduras militares, pero en 2006 se usó aquí el pánico moral para encubrir el fraude cibernético que materializó el inverosímil relato de un candidato oficialista, Felipe Calderón, que no sólo alcanzó sino terminó con una ventaja de medio punto porcentual sobre AMLO, puntero y claro preferido del electorado.

La campaña difamatoria por la ascendencia judía de Sheinbaum es parecida a lo que vimos en Bolivia, cuando la golpista Jeanine Añez Chávez entró al Palacio de Gobierno acompañada de una Biblia para exorcizar el edificio del espíritu de la Pachamama, la deidad andina que representa a la Madre Tierra y con la que Evo Morales atrajo a la población indígena y usó como símbolo de un gobierno autoctonista.

En un ejemplo paradigmático de discriminación por motivos religiosos, xenofóbicos y de género, el origen judío de las familias Sheinbaum y Pardo ha sido usado no sólo para enfatizar que, por definición son practicantes de la religión hebraica, sino para establecer su procedencia extranjera. Y esto es algo que nunca se le señaló a varones que fueron presidenciables.

LOS HIJOS DE CORTÉS

Por malinchismo, hasta ahora el origen extranjero de un personaje había sido un valor político, no un estigma. López Portillo presumía el origen español de su familia y hasta regresó como hijo pródigo al pueblo navarro de Caparroso, tras romper el trato con la República Española en el exilio y reestablecer relaciones diplomáticas con el Reino de España.

En la semblanza que Ricardo Romero Aceves publicó sobre su paisano Miguel de la Madrid Hurtado, el primer capítulo del libro arranca mencionando el año y el lugar de donde llegaron los De la Madrid a la Nueva España: nada menos que de la capital española. Por ende, todos los descendientes de esos peninsulares se reconocen como parientes, incluso con las variantes de su apellido: De la Madrid, Lamadrid, De Madrid, Madriz o simplemente Madrid.

Carlos Salinas presumía el origen sefardí del apelativo de su madre: De Gortari. La tradición judía está presente en el primer nombre de su tío Elí Eduardo de Gortari de Gortari, quien fue depuesto como rector de la Universidad Michoacana y estuvo preso por su activismo en defensa de los estudiantes masacrados en Tlatelolco.

Y Vicente Fox Quesada se enorgulleció de ser el primer presidente beneficiado por la reforma constitucional que permitió al nieto de un ciudadano estadounidense (Joseph Louis Fox Flach, cuyo apellido originalmente era Fuchs) e hijo de una española (Mercedes Quesada Etxaide) ser electo aun no siendo hijo de padre y madre mexicanos por nacimiento.

ANTISEMITISMO ELECTORAL

Con Sheinbaum hay un aprovechamiento político del más rancio antisemitismo, forma de discriminación que creíamos desaparecida en México pero a la cual le apuestan los estrategas de la derecha para minar la intención del voto a favor de la candidata de Morena-PT-Verde.

Como en otras familias de la comunidad israelita en México, en el matrimonio Sheinbaum Pardo confluyeron las dos grandes ramas del judaísmo europeo: su padre, el ingeniero químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz nació en 1933 en Guadalajara, Jalisco, hijo de un judío asquenazí oriundo de Lituania que había emigrado a México en la década de 1920; su madre, la bióloga Annie Pardo Cemo, nació en Ciudad de México en junio de 1941, hija de ambos padres judíos sefardíes oriundos de Sofía, Bulgaria, que migraron a México huyendo de la persecución nazi.

Los judíos asquenazíes y los sefarditas no sólo practican dos ritos distintos en la ley de Moisés, sino que hablan diferentes lenguas maternas: los primeros se comunican en yiddish, un dialecto del alemán salpicado de vocablos en hebreo y lenguas eslavas, y los segundos en sefardí o judeoespañol, un castellano que parece haberse congelado en el tiempo, concretamente en el siglo XV cuando los practicantes de la religión hebrea fueron expulsados de todos los reinos de la península ibérica: Castilla-Aragón, Portugal y Navarra.

Hay otras divisiones étnicas de los judíos, como los mizrajíes, descendientes de las comunidades judías de Oriente Próximo y del norte de África, quienes hablan mezclas del hebreo con la lengua persa, árabe, bereber, georgiano o aramea. Como lengua común, en el moderno Estado de Israel se reimplantó el idioma hebreo que ya estaba prácticamente confinado a las sinagogas.

Así como Donald Trump infirió que, dado que el padre de Barack Obama era nigeriano, ese presidente de Estados Unidos nació en África y no en Hawái, los detractores de Sheinbaum dan por hecho que la candidata vio la luz en Europa y que su acta de nacimiento es falsificada.

Con gran escándalo dedujeron que, como el documento que presentó Claudia tenía el sello de la Ciudad de México siendo que cuando ella nació la entidad se denominaba Distrito Federal, se trata de un embuste. No pueden o no quieren entender que todas las copias de un acta que se impriman en la actualidad, independientemente de cuándo se inscribió el nacimiento en el registro civil, se fechan en la CDMX y no en el DF.

EL DIOS DE SPINOZA

La cultura hebrea es muy amplia y diversa, pero no necesariamente religiosa. Se identifica a los judíos ortodoxos por su forma de vestir y otras costumbres peculiares, pero no todos los judíos son integristas.

Ambos padres de Claudia fueron académicos y ella misma es una científica de carrera. No sólo no es judía practicante sino que, seguramente, como toda persona con un pensamiento racional, no es creyente o, como muchas otras personas de ciencia, tiene una idea de Dios a la que ha llegado por la vía de la filosofía y no de la fe.

Le quieren atribuir un alto valor moral al acatamiento del dogma católico que supuestamente caracteriza a Xóchitl Gálvez, y pretenden ponderar al cristianismo por sobre el judaísmo, cuando ambas son religiones del Libro junto con el Islam. Abraham es el patriarca del que parte la fe en el mesías Jesús y en el profeta Mahoma.

La religiosidad no agota las dimensiones de la espiritualidad y muchos católicos devotos que conocemos resultan modernos fariseos. Pero es el colmo del fanatismo que, en el empeño por encontrarle defectos a Sheinbaum, haya quien reviva aquello de que los judíos son los asesinos del Nazareno y que los descendientes de Israel deben pagar por ese pecado.

Durante la campaña hemos leído en las redes frases como “los judíos son los amos del mundo” y teorías como la de la conspiración “judeo-masónica-comunista”; retoman el mito del control de la banca mundial por parte de financistas judíos y hasta la leyenda del Judío Errante, personificación metafórica de la diáspora; por no mencionar la condena al exterminio palestino del que se acusa a los sionistas, quienes supuestamente estarían vengándose del holocausto.

Sobra decir que la trampa en la referencia étnica de Sheinbaum es un sofisma: si ‘todos los mexicanos son guadalupanos’ y ‘Claudia no es guadalupana’, luego entonces, ‘¿Claudia no es mexicana?’

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