AMBIGÜEDADES DE EBRARD
ADALBERTO CARVAJAL
Al grito de: “No nos van a doblar nunca”, Marcelo Ebrard reveló este lunes 18 de septiembre el nombre de la asociación civil con la que recorrerá México en las próximas semanas. Se trata de ‘El Camino de México’, en referencia al libro que publicó en marzo de este año. Sin embargo, el excanciller dejó en claro que este nuevo movimiento político nacional no es un partido.
Al hablar en la asamblea del modelo de organización distinto al partidista, Ebrard Casaubón nos hizo evocar el nacimiento de Morena el 2 de octubre de 2011, como un movimiento político y social impulsado por Andrés Manuel López Obrador en el marco de su segunda campaña presidencial, todavía en el seno del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Después de las elecciones federales de 2012, el Movimiento Regeneración Nacional se constituyó el 20 de noviembre como una asociación civil. Y, el 9 de julio de 2014, el Instituto Nacional Electoral emitió la resolución que le otorgó su registro como partido político nacional, con efectos constitutivos a partir del 1º de agosto.
No sólo porque Morena tiene en sus estatutos expresamente prohibida la existencia de corrientes (las mentadas tribus que corroyeron la unidad del PRD), este Camino de Ebrard –como el movimiento de López Obrador para con el sol azteca– es una escisión anunciada que Marcelo quiere seguir aplazando por diversas razones.
IN AND OUT
“Que nadie se desanime, estas cosas toman tiempo y hay que luchar’, dijo Ebrard como disculpándose porque sus simpatizantes terminaron asistiendo al parto de los montes. Lo que salió de las entrañas de la tierra fue algo con mucho menos potencial electoral de lo que podría haber sido la adhesión de Marcelo a otro partido, ya sea Movimiento Ciudadano (MC) o incluso el Frente Amplio por México (FAM).
Sin embargo, lo importante de dar a luz a un producto no acabado es que Ebrard continúa en la contienda interna en Morena, así sea de manera virtual. El marasmo deja abierta la posibilidad de asumir la coordinación de los comités de defensa de la Transformación en el remotísimo caso que, la Comisión de Honestidad y Justicia, decidiese aceptar la impugnación de Marcelo al resultado de la encuesta.
Como la anulación del nombramiento a Sheinbaum no se va a dar –y menos cuando AMLO ya le entregó el bastón de mando como nueva líder del movimiento–, en los próximos días el excanciller tendrá que cumplir su promesa de abandonar Morena o tragarse sus palabras.
“Somos un movimiento político, eso es lo que somos, pero necesitamos tener nuestra propia forma de organización”, destacó Marcelo. Y añadió que la asociación civil deberá elegir entre dos modelos de dirigencia: uno donde él tome las decisiones –en clara alusión a Andrés Manuel– u otro donde todos tengan voz y voto. Todavía jugando con la ambigüedad, Ebrard invitó a integrarse a la nueva organización a miembros de los partidos de la Cuarta Transformación: Morena, Partido del Trabajo (PT) y Partido Verde (PVEM).
YA HIZO MUCHO DAÑO
En realidad, lo que Ebrard está generando es la eventualidad de cerrar filas con sus antiguos camaradas de Morena, ante la evidencia de que muchos de quienes lo apoyaron en la encuesta están dispuestos a definirse como una corriente al interior de la 4T, básicamente, para negociar posiciones electorales y cargos en el futuro gabinete de Sheinbaum mas no para entrar en competencia electoral con ella.
Marcelo Ebrard llevó demasiado lejos su impugnación al proceso interno. Fundado el reclamo en una serie de irregularidades entre las que destaca la supuesta intervención de los aparatos de gobierno de varios estados en favor de Claudia, los ebrardistas construyeron hipótesis indemostrables pero cómodas para una autoridad electoral metida en una estrategia de lawfare.
Acciones de guerra judicial ya las vimos cuando, con diversos pretextos, se anularon las candidaturas a gobernador de Raúl Morón en Michoacán y Félix Salgado Macedonio en Guerrero, buscando darles una oportunidad que desaprovecharon los abanderados del PRIAN.
Con esa misma estrategia de guerra legal, los órganos electorales modificaron las cuotas de plurinominales que le tocaban a Morena y sus aliados, con la clara intención y objetivo logrado de que la 4T no alcanzara la mayoría calificada en la actual Legislatura federal.
Por poner en riesgo la candidatura de la ex jefa de Gobierno al ofrecer al tribunal argumentos creíbles para imputarles delitos electorales a quienes operaron la precampaña de Sheinbaum Pardo –como ése de que conocían las secciones electorales donde se levantaría la encuesta y ahí fueron a hacer proselitismo–, Ebrard creó un escenario político en donde él mismo ya no podrá convertirse en candidato sustituto.
LOS PASOS DE CAMACHO
Algo muy parecido vivió su mentor Manuel Camacho Solís tras prestarse al juego perverso de Carlos Salinas para cambiar de candidato presidencial en 1994. La irresponsable maniobra del mandatario saliente terminó con el asesinato de Luis Donaldo Colosio y el señalamiento de culpabilidad para el exregente capitalino y excanciller, lo que hizo inviable la postulación por el PRI o por cualquier otro partido de quien ya era en ese momento comisionado para la paz en Chiapas.
Aunque se diga agraviado por la cargada y la línea a favor de Claudia, en las dos semanas que pasaron desde que se dieron a conocer los resultados de las cinco encuestas (una oficial y cuatro ‘espejo’) Marcelo tuvo tiempo de entender que no hay condiciones para que, en 2024, llegue a la presidencia de la república como candidato de Morena, tampoco como candidato independiente ni como abanderado de la oposición.
Por lo demás, cualquier participación política fuera de Morena beneficiaría a sus circunstanciales aliados (MC o el FAM), pero no al proyecto que tiene Ebrard de volver por sus fueros en 2030.
EL CAMINO DE EBRARD
¿Cuál es el ideario de ‘El Camino de México’? El mismo de Ebrard. En una conversación con Diego Ruzzarin el 26 de agosto de 2023, Marcelo mostró las “bases ideológicas de su pensamiento”.
Esa entrevista fue continuación de una primera charla donde el internacionalista y el influencer (un brasileño que reside en Monterrey) hablaron de sus lecturas favoritas de Filosofía y Ciencias Políticas. Tras escucharlo hablar el 7 de junio, la audiencia de Ruzzarin celebró la mentalidad de Ebrard.
Contra la vieja clase política que te decía ‘nunca digas qué crees’, apunta Marcelo, “la única posibilidad que tenemos de hacer política hoy” es entrarle “a qué crees, qué piensas. Y lo tienes que defender, si no vas para fuera”.
Es “hasta peligroso revelar lo que piensas, mostrar claridad identitaria”, pero ayuda a la hora de decidir en contra de qué o de quiénes vas a estar. En ese sentido, Ebrard está en contra de “un casi nazi” como José Antonio Kast en Chile o de un orgulloso fascista como Javier Milei en Argentina.
Ruzzarin describió a Milei como un títere de Atlas Network (una fundación que hace abiertamente lo que antes hacía la CIA en forma clandestina), que está siendo fondeado por intereses geopolíticos internacionales para desregular el mercado interno ya que Argentina es la tercera mayor reserva de litio en América.
Para Ebrard, hablamos de “política de las identidades y, también, de las exasperaciones porque en Argentina ha habido crisis tras crisis. La deuda con el FMI (Fondo Monetario Internacional) es imposible pagarla”.
Ruzzarin recuerda que el FMI fue determinante para que en su momento ganara Mauricio Macri la elección. Y señala que destinar la productividad de una nación a pagar los intereses de la deuda externa, habla de un modelo colonial extractivo y confiscatorio, reorganizado ahora como refinanciamiento.
Afortunadamente, el triunfo de Milei no es tan probable como lo fue el de Macri, “pero estamos viendo un patrón”, añade Marcelo. Hasta cierto punto pasó en Colombia y “hay una cierta posibilidad de que estas opciones de extrema derecha crezcan en Europa. De hecho, es lo común en todos los países del viejo continente. Y quienes estamos en posiciones progresistas tenemos que tomar nota de eso”.
MEJORES SALARIOS
El mecanismo de defensa en contra de esa derecha reaccionaria que surge como un efecto de la izquierda que promete de más y no entrega resultados, debe ser, responde Ebrard a la pregunta del entrevistador, “lo que hagamos en los gobiernos, los logros que podamos alcanzar, el que no te separes de la percepción de las clases trabajadoras, de los grupos mayoritarios”.
Relató Marcelo que se reunió con un grupo de trabajadores para hablarles de su agenda laboral que incluye seguro de desempleo y aumento de salarios. “La tesis es que si no logras reducir la pobreza y que aumente la participación del trabajo en la riqueza nacional, puede pasar en México lo que estamos viendo en varios países. Como gobierno progresista, pierdes capacidad de interlocución, pierdes representatividad”.
“Para fortalecer a la clase trabajadora, tenemos que seguir militando en favor de la libertad sindical”, sostiene Ebrard. La legislación laboral de AMLO “es muy avanzada”: implica el voto individual secreto de todos los contratos colectivos cada dos años. Con la nueva ley, “el margen de los sindicatos se redujo”, así como mucha de “la simulación sindical”. Aunque hay todavía.
“Debemos devolver a los sindicatos su verdadero rol que es mediar la relación de los trabajadores con los empleadores, sin que se despeguen de la base trabajadora”, sostiene Marcelo.
Y dado que el sector público es uno de los principales empleadores en México –por su relación con los maestros y con los burócratas el gobierno es un jugador importantísimo–, el Estado tiene que ser congruente con lo que pide a otros patrones.
Ebrard creó en la Ciudad de México el Consejo Económico y Social para discutir la política fiscal, y para que la voz de los empresarios fuera escuchada respecto a qué impuestos cobrar y en qué gastar lo recaudado. “Pero si haces esa intermediación de manera directa, siempre van a estar en desventaja los trabajadores. Es necesario crear sistemas para estar realmente cerca de la base trabajadora”.
A Marcelo le queda claro que si los salarios en México no crecieron en proporción al 70 por ciento que en el mundo aumentó la productividad, es porque esa diferencia se traduce en utilidades inmensas, en acumulación de capital en pocas manos. Y eso se refleja en la falta de poder adquisitivo y en el aumento en el costo de la vida. “Una política de salarios mínimos es el instrumento que tienes de inyección directa a la base, para que vayas en línea con la productividad”.
RECUPERAR EL CENTRO
Otro punto es la vivienda. Como se siguió un modelo habitacional de suburbio, “el precio por metro cuadrado para vivienda de interés social te lleva en promedio a vivir a dos o tres horas de distancia” del centro histórico de la Ciudad de México, donde no más de 31 mil habitantes tienen todos los servicios.
En el centro, todo queda a 15 minutos. La Secundaria No. 1, un plantel para mil 500 alumnos no llega a 600. Sin embargo, un crédito de Infonavit no alcanza para vivir ahí. “Desde mi punto de vista, la calidad de vida la tendríamos que incluir en el cálculo de la calidad de vida de la clase trabajadora”, no en función de los ingresos de quienes han venido a ocupar las colonias en el proceso de gentrificación. Debe tener costo cero, se puede, “y si no lo hacemos entonces ¿para qué somos de izquierda?”, reta Marcelo.
MUY A LA IZQUIERDA
En ese tenor van las ideas de Ebrard, las cuales no conocen muchos de esos promotores de su candidatura que ni siquera se preocuparon por leer ‘El Camino de México’ (como hay tantos otros progresistas que no acostumbran escuchar las mañaneras).
Con ese ideario, si no fuera porque pensaron que le podría ser útil para dividir la base de Morena, Xóchitl Gálvez jamás le hubiese propuesto a Ebrard coordinar su campaña ni integrarse a su eventual gabinete en una posición tan relevante como la Secretaría de Gobernación.
Un político como Ebrard que defendió en todos los foros la sostenibilidad de los programas sociales y la pertinencia de los grandes proyectos de infraestructura de la Cuarta Transformación, no quiere realmente dejar Morena porque, fuera de ahí, tendría que empezar de cero a fabricar una candidatura. Incluso en MC, Dante Delgado no le entregará la dirección del partido y tendría que medirse con otros aspirantes como el gobernador de Nuevo León, Samuel García.
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