El Remate

CONTRA LA TRADICIÓN

Por el posicionamiento de algunos cuadros de Morena contra las corridas de toros en Villa de Álvarez, la lectura que muchos colimenses hacen del movimiento antitaurino es la de un asunto partidista.

En ese sentido, la preservación de la tauromaquia en La Petatera pareciera una causa de los priistas y panistas que, en coalición, gobiernan ese municipio y el conurbado capitalino. De hecho, el 14 de enero, al presentar la cartelera taurina la alcaldesa Tey Gutiérrez adelantó que estas serían las mejores fiestas de toda la historia de V. de A.

Pese a su apego a las tradiciones, ni autoridades ni ciudadanos dijeron nada cuando la administración de Margarita Moreno ordenó replegar algunos días de la semana el arranque de las cabalgatas hasta el jardín de San Francisco, a un par de cuadras de la división.

La comuna capitalina olvidó que los festejos charro-taurinos son tan de sus gobernados como de los villalvarenses, y que San Felipe de Jesús, en cuyo honor se celebran, es patrono de la ciudad de Colima. Fue proclamado protector contra los estragos de los temblores y las erupciones volcánicas en el siglo XVII.

Paradójicamente, en plenos festejos por los 500 años de la fundación del asentamiento español, al romper la tradición el Ayuntamiento de Colima reniega de una festividad rural que, con sus problemas de vialidad, trastorna la dinámica urbana.

En el gobierno municipal de Ignacio Peralta se quiso iniciar la costumbre de llegar a caballo desde la glorieta de El Charro al lienzo de los ganaderos a la salida a Lo de Villa. Margarita Moreno, pasando por alto que alguna vez formó parte de una escaramuza, sacó las cabalgatas diurnas del primer cuadro de la ciudad.

EL PETATE DEL TORO

Aunque la jefa de Gobierno evita pronunciarse sobre la suspensión definitiva de las corridas en la Plaza México, las leyes de protección a los animales han venido avanzando en el marco normativo desde los tiempos de la Asamblea Legislativa.

Claudia Sheinbaum se declaró neutral sobre ese tema, pero recomendó a los legisladores locales que hicieran una consulta ciudadana. Luego, el gobierno capitalino a través de la Consejería Jurídica impugnó el amparo otorgado por un juez federal a favor de la asociación Justicia Justa, trámite que sería continuado por los empresarios privados. De nada valió, la corrección política consiguió que el amparo quedara en firme, y la temporada grande 2022-2023 fue cancelada.

Prohibir las corridas o, al menos, modificar el reglamento para que se realicen sin actos de crueldad o maltrato ni causar la muerte al toro, es una bandera que ondean diputados de diferentes partidos en el Congreso de la Ciudad de México. Pero, en Colima, se ha ido construyendo la percepción de Morena como una fuerza destructora de las tradiciones charro-taurinas. Y el hecho de que otros morenistas –cuando no alguno de los mismos que están en contra de la fiesta brava– se manifiesten defensores de La Petatera o amantes de las cabalgatas, es descrito como un acto de hipocresía.

Frente a la tradición taurina, las causas de avanzada no han logrado resolver una contradicción: acabar con la tauromaquia es parte de una agenda progresista en el mundo; pero preservar la cultura popular –y, dentro de ella, la campirana– ha sido una bandera de izquierda.

También los priistas y panistas que se pasaron circunstancialmente al Partido Verde –algunos después de haber explorado el potencial electoral de otras siglas– enfrentaron en su momento el dilema de acatar la doctrina ambientalista del PVEM o congraciarse con aquel electorado que gusta de ir a los toros.

TRES SIGLOS DE CORRIDAS

Para los villalvarenses por tradición, las llamadas ‘corridas formales’ son inseparables del contexto de las cabalgatas, los recibimientos, ‘el toro de once’ y los jaripeos con la actuación de toreros regionales.

Es más, algunos taurófilos ven la fiesta brava como razón de ser de La Petatera, ‘la artesanía más grande del mundo’: el armado de la plaza y lo que adentro sucede son tradiciones que marchan juntas.

Aunque carteles con novilleros, matadores y rejoneadores de renombre nacional o internacional empiezan a registrarse a partir de los años treinta o cuarenta del siglo pasado, en el texto que Roberto Huerta Sanmiguel escribió para el libro de Carlos Mijares Bracho, La Petatera de la Villa de Álvarez en Colima, sabiduría decantada (Universidad de Colima, 2000), se consigna que para finales del segundo milenio se contaban ‘Trescientos años corriendo toros’ en las fiestas patronales de San Felipe de Jesús.

En el reglamento de los festejos al santo novohispano que el cabildo de la Villa de Colima aprobó en 1772, se menciona que pasada la noche en que se disparan en la plaza los fuegos en honor de Felipe de Jesús [que podría ser el origen de la cabalgata nocturna], se jugarán en la plaza principal de Colima “los toros acostumbrados”.

El improvisado ruedo cambió eventualmente de sede y, para 1869, hay registros de que “las corridas de toros de febrero ya se realizaban en la plaza de la Concordia”. Por un recibo de pago del director de la banda de música que amenizaba las corridas, “sabemos que en 1904 aún se armaban las plazas en ese sitio”, próximo a la mancha urbana capitalina de aquellos tiempos.

CORRIDA DE TORETES

El crecimiento de la ciudad de Colima fue la causa del desplazamiento de la plaza de toros hacia Villa de Álvarez, al poniente de la capital, anota Huerta Sanmiguel. Y, en esa misma lógica, el crecimiento de la Villa hizo que continuara ese corrimiento: de los terrenos de la unidad deportiva a un anexo del panteón municipal y, de ahí, hasta su actual ubicación en el recinto ferial, entre el tercer anillo periférico y el hospital del IMSS.

El historiador documenta que, todavía en la Concordia, en los festejos de 1904 la “corrida de toretes” fue lidiada por una cuadrilla de aficionados. Dos años después, ya levantada en Villa de Álvarez la plaza, en el cartel no aparece ningún matador. Al parecer el nombre de los diestros no era importante, como sí lo eran los responsables de ofrecer los recibimientos y los ganaderos que facilitaron los toros.

En el libro de Mijares hay dos fotografías que revelan cómo festejos taurinos y la fiesta brava son dos expresiones de una misma tauromaquia: en una se ve una cuadrilla vestidos con calzón de manta haciendo el paseíllo (al fondo, una ambulancia de los años cuarenta va cruzando el ruedo); y, en otra, un ‘torero’ local da un pase con el capote mientras dos jinetes esperan a que termine la tanda para lazar al animal.

Que aficionados jueguen toros o que alternantes celebren corridas formales, son dos formas distintas de toreo. Prohibir las segundas, debería conllevar proscribir las primeras. Los antitaurinos omiten de su condena al ‘toro de once’ y a los jaripeos de la tarde, como si en esas suertes no se diera maltrato animal, pero han hecho toda clase de manifestaciones en contra de la lidia, como bañarse en ‘sangre’.

NO DA MUCHOS VOTOS

No está claro si posicionarse respecto a las tradiciones de Villa de Álvarez tiene o no implicaciones electorales. Durante la alternancia de administraciones panistas y priistas, el partido relegado a la oposición criticaba las alteraciones al tamaño del ruedo, la extensión de las cabalgatas, la tolerancia frente a los excesos de jinetes y espectadores o la participación de profesionales del travestismo el día de la gasolina.

Pero además de auditar las cuentas que entregaba el patronato de festejos, la oposición hacía el balance de la calidad de los carteles y el prestigio de las ganaderías que se lidiaron conforme al reglamento taurino.

Cada año, sin embargo, la polémica respecto a si las fiestas van degenerando o evolucionando termina en cuanto acaba la segunda corrida formal. Y en 2023 se celebrará el martes 21 de febrero.

La campaña en redes sociales para atribuir a Morena la causa antitaurina fue reforzada por algunos cuadros de ese partido, quienes siguen insistiendo en la postura pese a que no tiene ninguna rentabilidad electoral sino, al contrario, relativos costos políticos si el tema se retoma en los comicios de 2024.

¿Qué tan elevados serán esos costos?, dependerá de la percepción que la población villalvarense y, en general, la de los municipios incluidos en el primer distrito federal electoral tenga de las cabalgatas y de los festejos taurinos. Los eventos charros son programa central en las fiestas patronales de Cuauhtémoc, Comala y Coquimatlán, no sólo en la Villa.

Hay signos alentadores para los enemigos de los toros en La Petatera, la notable reducción en la afluencia a las cabalgatas y una plaza a medio llenar (tras dos años de ausencia por pandemia) pese a que en el cartel del martes 14 de febrero figuró el peruano Andrés Roca Rey, considerado ‘el mejor torero del mundo’, ‘ídolo de masas’ y ‘rey de la taquilla’.

¿Podría ser que la afición a los toros en la Villa disminuya tanto el próximo año, como para que una propuesta electoral antitaurina no tenga costos políticos? Eso tendrán que valorarlo los candidatos de Morena que, por ideología de partido, se presenten como enemigos de la fiesta aunque algunos de ellos son gente de rancho.

TORITO DE PIROTECNIA

Hay políticos que han sabido capitalizar la herencia taurina en Villa de Álvarez. En su trienio (1994-1997), el finado Alfonso Rolón Michel viajó a España para inscribir a la urbe entre los pueblos y ciudades taurinos del mundo. Aparte, legó al ‘arte público’ ese torito de cohetería que se ubica en el cruce de Benito Juárez y J. Merced Cabrera.

En 2016, la LVIII Legislatura local declaró, a propuesta del diputado panista Javier Ceballos, las ‘Fiestas Charrotaurinas’ del municipio de Villa de Álvarez, así como a todas las actividades tradicionales que engloban dicha festividad, como Patrimonio Cultural Intangible del Estado.

De hecho, en el inventario del patrimonio cultural inmaterial del Sistema de Información Cultural de la Secretaría de Cultura del gobierno federal, La Petatera aparece con la clave AM5-COL-1-15.

Cabe decir que La Petatera como sede taurina venció a los detractores que la descalificaban por la amplitud de su diámetro, por no tener callejón y por la distracción que el público sentado en los bajos provoca en los toros. La comunidad taurina nacional considera esa plaza un símbolo de resistencia, por las características de sus materiales y los rituales que se realizan para levantarla cada año. ¡Es el coso soñado para un rejoneador!

No obstante ese blindaje cultural, el 16 de febrero de 2020 las entonces diputadas locales Blanca Livier Rodríguez Osorio y Francis Anel Bueno Sánchez recordaron en tribuna que ya alguna vez se prohibieron las corridas de toros en Colima.

Al posicionarse en contra de todo tipo de violencia y crueldad animal, en particular de la crueldad del entretenimiento taurino, Livier Rodríguez mencionó que el gobernador Juan José Ríos presentó, en 1916, una iniciativa de decreto que se materializaría tres años después para prohibir la lidia en el territorio estatal.

El prócer argumentaba –entre otras cosas– que las naciones más cultas del globo han considerado inmoral la fiesta brava porque, como espectáculo, es comparable a las no menos sangrientas luchas de gladiadores en la antigua Roma.

¡ABAJO LOS TOROS!

Curiosamente, a inicios del siglo XXI montaron en el Coliseo romano una exposición en la que se narraba la evolución de las diversiones que se ofrecían en ese coso: desde combates entre hombres y fieras hasta recreaciones de batallas campales.

Cerraba el recorrido histórico con una comparación de esas macabras funciones con espectáculos modernos. Y, según la museografía, lo que más se asemejaba a la lucha de gladiadores o a las ejecuciones de cristianos no eran las peleas de box o los partidos de hockey sobre hielo, sino las corridas de toros.

No es que Juan José Ríos fuera un visionario de la cultura de los derechos de los animales que se establecería en la agenda política cerca de un siglo después, sino que era un hombre de su tiempo.

En 1906, el abuelo del presidente José López Portillo publicó ¡Abajo los toros!, un folleto en el que declara a la fiesta brava un espectáculo bárbaro y se pronuncia en contra de la proyectada construcción de la plaza más grande del mundo. Pero de sus argumentos y los de los activistas antitaurinos que lo seguirían en el tiempo, hablaremos en la siguiente entrega de El Remate.


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