El Remate

¿JUGÓ CON EL MORBO?

A la distancia, se ve clara la intención del presidente de no detener la especulación que se dio con respecto a su estado de salud durante al menos cuatro días a partir del domingo 23 de abril.

Algunos analistas han sugerido que López Obrador guardó cama no sólo por indicación del médico, sino como parte de una estrategia para salir del espacio público y romper una dinámica discursiva que –todavía la semana anterior al “váguido”– lo estaba llevando directo a una confrontación peligrosa con Estados Unidos. También iba en ascenso la violencia verbal contra la Suprema Corte, pero retomó esta pugna a su regreso.

Otros apuntan a que el reposo le permitió al presidente operar la aprobación exprés de reformas legislativas, convirtiéndose de facto en el coordinador de la bancada oficialista en el Congreso. De ser cierta esta versión, ojalá estas reformas no repitan los errores de procedimiento que la Suprema Corte detectó en la primera parte del Plan B electoral y que les sirvieron a los ministros de pretexto para anular dichos cambios.

Y no faltan quienes sospechan que el presidente quiso confundir incluso a sus amigos, para ver cómo se comportaban en un escenario de sucesión adelantada. Según esta teoría de la conspiración, la prueba a la que sometió AMLO a los simpatizantes de los tres aspirantes a la candidatura de Morena, lo acabó de convencer de la decisión que se anunciará pronto.

La contraria a esta lectura es la que dio Jorge Zepeda Patterson en su dialogo con Los Periodistas, Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, del 9 de mayo en Sin Embargo Al Aire:

Es notorio el apresuramiento con el que el presidente regresó de su convalecencia, expuso el autor de La sucesión 2024. Después de AMLO, ¿quién? (Planeta, 2023). El desmayo le hizo ver a Andrés Manuel que el incidente Mérida pudo haber sido peor. Y, por responsabilidad política, no puede ignorar la rebatinga que se va a dar si crece la incertidumbre respecto a quien encabezará el proyecto de la 4T los siguientes seis años.

Decidido López Obrador a que la sucesión se resuelva a la brevedad, un proceso interno adelantado disminuiría los riesgos de que se hagan públicas las patadas que se están dando por debajo de la mesa, y reduciría la posibilidad de que se dañen más entre sí las corcholatas.

En la lógica de que hay una favorita y es Claudia –señala Zepeda Patterson–, para Marcelo este adelanto en los plazos supone un problema de estrategia, si es que pensaba dar el esprint hasta iniciar el último tramo de la carrera, ese donde los precandidatos dejarán sus cargos para hacer abierta campaña.

EL INCIDENTE MÉRIDA

Expertos en comunicación política reconocen que al gobierno de la república le faltó operar una respuesta rápida a los infundios sobre el “presunto infarto” que, según el Diario de Yucatán, “habría” sufrido el presidente López Obrador el 23 de abril de 2023 en Mérida.

Es cierto que horas después de que apareciera la noticia en el portal de ‘el periódico de la vida peninsular’, el mandatario reconoció en su cuenta de Twitter que había regresado a Ciudad de México antes de lo programado, tras ser diagnosticado por tercera ocasión en lo que va de la pandemia con covid. Sin embargo, el mensaje escrito no satisfizo a quienes exigían una prueba de vida (en video, como en sus ausencias anteriores, o en foto con el periódico del día) como condición para no especular sobre la salud del mandatario.

No ayudó a despejar la incógnita tampoco que sorprendieran fuera de base al vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, quien respondió a las preguntas de los reporteros diciendo que Andrés Manuel seguía en Mérida supervisando los avances del Tren Maya. Ni mucho menos que, en la mañanera del día siguiente, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, negara el desmayo y el traslado en ambulancia aérea, dos revelaciones de la prensa que López Obrador reconocería en el video del miércoles 26.

El incidente Mérida hizo que un amplio sector del periodismo mexicano mostrara el cobre. Más que un asunto de negocios, fue del todo personal el interés que movió a medios corporativos, conductores o articulistas y políticos de oposición a difundir noticias falsas sobre la salud del presidente.

SEMBRAR EL PÁNICO

En ese sentido, hay dos posibles explicaciones a por qué estos actores mediáticos y políticos les dieron vuelo a sus profundos deseos de ver muerto a Andrés Manuel o, al menos, incapacitado para ejercer el cargo:

La primera es que se fueron con la finta tras la irresponsable decisión editorial del Diario de Yucatán de publicar, como nota digital, que si el mandatario “habría” sufrido un desmayo fue debido a que tuvo un “presunto infarto”.

La segunda hipótesis es un poco más elaborada y alude a un plan para desestabilizar al régimen de la 4T en forma inmediata, generando un clima de incertidumbre y desconfianza en los mercados bursátiles y los grupos de poder político, económico, militar y fáctico de todo tipo que, combinados, hubiesen precipitado una crisis financiera y de gobierno.

Ese objetivo que algunos hubieran deseado no se logró porque, muy probablemente, la prueba de vida que el necroperiodismo exigía y que López Obrador tardó tres días en generar (un video de 18 minutos con el presidente a cuadro recorriendo Palacio Nacional) se les mostró, casi de inmediato, a los hombres que toman las decisiones en materia financiera (de intervención extranjera) y competencia política en nuestro país.

Como quienes especulan con acciones y divisas supieron desde las primeras horas que el presidente de México estaba bien, los mercados no cayeron y el peso no se desplomó. Por eso también los liderazgos formales de la oposición expresaron deseos de pronta recuperación a un presidente que sabían, si acaso, con síntomas de un resfriado severo. Ambos grupos entendieron que no tenía caso exhibirse especulando sobre las consecuencias de un infarto o una hemiplejia inexistentes.

LES GANÓ EL ODIO

Pero volvamos a quienes no tuvieron esa información privilegiada o se negaron a creerla. A mediano plazo, el zopilotaje informativo buscaba inocular en el imaginario colectivo la noción de que si la salud del presidente es precaria, por lo tanto carece de la fuerza física y política para imponer a un sucesor o, más cercano en el tiempo, para operar una elección de Estado en Coahuila y el Edomex.

En la columna Ojo de Mar que se publica en este mismo portal de Carvajal Berber, se recogieron testimonios de algunos periodistas reconocidos a nivel nacional que enjuician a sus colegas por las evidentes faltas de rigor informativo y a la ética cometidos al difundir toda clase de bulos sobre la salud del presidente.

Además de la cuestión deontológica, estos analistas respetables deploran que, en materia de géneros periodísticos, en el Diario de Yucatán se hayan perdido las fronteras entre la nota informativa y la columna de trascendidos. Si bien critican también al gobierno mexicano por no tener la capacidad de elaborar una respuesta rápida a esa embestida de desinformación.

De las faltas al profesionalismo, basta decir que este episodio inauguró un nuevo tipo de oficio: el periodismo adivinatorio. Ahora resulta que lo que define a lo periodístico no son los hechos ciertos y verificados, sino las ficciones creíbles; no la verdad, sino la verosimilitud.

En un ejercicio de periodismo sobre el periodismo, plumas y voces sensatas cuestionan los motivos que tuvieron todos aquellos que se montaron al tren de la posverdad (esa supuesta “información o afirmación en la que los datos objetivos tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscita”, como la define el diccionario Oxford), sin importarles que –como ya había ocurrido dos veces– tarde o temprano el presidente reapareciera vivito y coleando.

CURADOS DE ESPANTOS

A estas alturas del sexenio, tras varios centenares de mañaneras las huestes de la 4T ya están entrenadas para detectar las mentiras de la prensa. La mayoría de los chairos no cedieron al morbo, pudo más el sentido común y la fe en López Obrador que el temor a verse privados de su presencia para conducir la última etapa del sexenio, justo en la cual habrá de nominarse al sucesor.

Pero entre la clase política –dentro y fuera de Morena, incluso más allá de los partidos aliados y ya dentro de los terrenos del PRI, el PAN o el PRD– prevaleció el pragmatismo. En los cuartos de guerra, seguramente, se trató el tema de qué pasaría con la elección interna si el presidente se ausentara temporal o definitivamente.

La derecha mediática buscó, con su estrategia para generar desconcierto respecto a la salud del presidente, activar la maquinaria de cada una de las corcholatas. No fue pura ingenuidad o sólo malos deseos lo que los llevó a difundir mentiras como la del infarto, el accidente cerebrovascular o la hemiplejia (parálisis de medio cuerpo); quisieron sembrar el pánico entre las filas lopezobradoristas.

La combinación de francas mentiras (el ingreso de AMLO a la sala de terapia intensiva del hospital militar o, es más, su presunto internamiento en un centro médico del extranjero) con medias verdades (el “desmayo transitorio” o el traslado del presidente en ambulancia aérea de Mérida a Ciudad de México) produjo un fenómeno de desinformación que tenía como propósito generar incertidumbre y poner a prueba la ecuanimidad de los seguidores de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López.

¡SUELTEN LOS GALLOS!

Se desplegó una campaña para evidenciar al canciller desde los círculos ajenos a Morena, esos mismos desde donde se mira como el menor de los males la posibilidad de que Marcelo Ebrard sea el candidato pues asumen que, de ser presidente, su espíritu conciliador lo llevaría a correr la ideología del régimen hacia el centro. Buscaron enemistarlo con el resto del gabinete y forzarlo a lanzarse como candidato independiente, bajo el supuesto de que varios partidos le ofrecerán la nominación.

Un meme que, probablemente nació como cartón político, resume esa lectura de la situación: Marcelo, asomándose por una puerta entreabierta a una habitación en penumbras, pregunta: “¿Ya se murió?” Pero no es improbable que entre los simpatizantes de Ebrard haya habido quién pensara que la ausencia del presidente en un momento clave como este favorecería al secretario de Relaciones Exteriores. Dan por hecho que el favorito no es él.

Aclarado el tema de la salud del presidente, Ebrard Casaubón retomó la postura que ha mantenido desde hace meses: exigir piso parejo. De visita en el puerto de Veracruz para promover su libro El camino de México (Aguilar, 2023), en una reunión con la prensa local insistió en que los dirigentes de Morena deben definir los plazos y las reglas para elegir al candidato a la presidencia.

Ebrard se inclinó por el método de la encuesta: “A la gente hay que preguntarle, ¿no? Una de dos, o hay encuesta o hay favorita, no se pueden las dos cosas y para saber si es favorita, pues, hay que preguntarle al pueblo”.

Desde la perspectiva de Marcelo, esas mediciones preliminares que le conceden ventaja a Claudia Sheinbaum no necesariamente son confiables. En diciembre, en una carta a Mario Delgado, presidente nacional de Morena, Ebrard planteó una gran encuesta con una muestra de entre 20 mil y 30 mil personas.

Además, el canciller ha propuesto que todos los aspirantes que ocupan cargos públicos se separen de sus tareas para dedicarse a la precampaña de tiempo completo. “Presentamos una carta que dice que, los que participemos en el proceso de la encuesta, nos separemos del cargo en cuanto el partido nos lo instruya. Todavía no sabemos la fecha de la encuesta, pero Morena debe definir la fecha y decir, ustedes se deben separar del cargo”, mencionó.

LA FAVORITA

Los seguidores de Adán Augusto, por su parte, se entusiasmaron al ver al precandidato encabezar las mañaneras como suplente de López Obrador. No fue la primera vez, recién llegado a Bucareli López Hernández cubrió la segunda ausencia del presidente en la arena pública por motivo del covid. Pero no tiene la menor relevancia: Olga Sánchez Cordero cubrió el primer interinato informativo forzado por el covid, y eso no impidió que a la postre saliera de la Secretaría de Gobernación para volver al Senado.

En la segunda semana de mayo los columnistas que promueven a López Hernández lanzaron una campaña de nado sincronizado para fijar, con base en una lectura de los gestos del presidente, que Claudia ya no es la favorita… que el nuevo favorito es Adán Augusto.

Y, a todo esto, ¿cómo reaccionaron los seguidores de Claudia Sheinbaum a la posibilidad de que el presidente pudiera no estar para cuidar el proceso de sucesión?

La mayoría de los claudios sostuvieron la idea de que la enfermedad del presidente no era más que una especulación maliciosa. Pero, por si las dudas, podríamos decir que la primera encuesta, la de las oraciones al cielo, fue ganada por la jefa de Gobierno.


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