EL SÍNDROME RAMBO
Arrecia en las redes sociales la campaña en contra de la corrección política, como lo demuestra la difusión masiva del pronunciamiento de Sylvester Stallone contra la inclusión forzada de contenido lgbt en las ficciones audiovisuales. Esta campaña se concentra en negar los derechos identitarios de las diversidades sexuales.
Sin disimular siquiera una reacción también contra las conquistas del feminismo, crece en el mundo un movimiento en defensa de la masculinidad que, según el alegato de la ultraderecha, se ve amenazada por quienes pretenden ‘deconstruir’ los roles naturales del macho y la hembra en la especie humana.
El argumento de lo que ‘es natural’ parte de una obviedad, solamente hay dos sexos: masculino y femenino. Reconocibles por los órganos sexuales o, en los casos de genitales confusos o escondidos, por los cromosomas: los machos son heterogaméticos (XY), mientras que las hembras son homogaméticas (XX).
Y lo curioso es que muchos de quienes hablan de librar una batalla cultural contra la nueva izquierda apelen al estado natural, cuando la ciencia indica que hace muchas generaciones el homo sapiens y sus parientes ya extintos dejaron de comportarse únicamente con base en sus instintos. El proceso evolutivo de la humanidad le debe más a la cultura que a una adaptación al entorno natural. Y eso incluye las prácticas sexuales.
La máxima bravata de la reacción contra las identidades no binarias consiste en decir que, por más que la medicina moderna les permita modificar su apariencia corporal y, concretamente, la de sus genitales, sus cromosomas (por no decir que su alma) seguirán siendo de hombre o de mujer. Y, por ello, reclamar una identidad de género que no responda a la heteronorma no sólo es ocioso sino políticamente peligroso.
Y SIN EMBARGO…
Una panorámica de quienes asistieron al concierto de Gloria Trevi en la clausura del Festival del Volcán evidencia que, en la sociedad moderna, hay una diversidad de identidades de género que no responden a una clasificación binaria.
Es decir, se pudo ver entre el público a muchas personas de sexo masculino que se comportan femeninamente o incluso tienen una apariencia claramente femenina. O viceversa, personas de sexo femenino con comportamientos masculinos y, de hecho, una apariencia reconociblemente masculina. Y entre unos y otras, diversas interpretaciones de lo que significa la androginia.
Más complicado resulta para quienes tienen una visión natural entender si esas personas, en la intimidad, prefieren tener relaciones con otra persona de su mismo sexo o con una del sexo contrario. O si en sus relaciones de pareja –afectivas y eróticas– suelen tener un rol dominante o asumen una actitud pasiva.
Al margen de esta resistencia a las conductas y apariencias no estereotípicas, en el fondo lo que más molesta a los conservadores es que personas con identidad de género y deseos sexuales distintos a la heteronorma expresen abiertamente esos comportamientos, y hasta confiesen tener sentimientos amorosos por sus parejas. Peor aún, que exijan cambios en la legislación para que esas convivencias se reconozcan como matrimonios y como familias.
No fueron los gais y las lesbianas los que destruyeron la sacralidad del matrimonio. En México eso ocurrió en el siglo XIX con las Leyes de Reforma que le dieron a esa institución la dimensión de un contrato civil, similar pero ajeno al sacramento religioso. Desde entonces, la Constitución ha garantizado los derechos de los cónyuges y de los hijos reconocidos ante el registro civil. Derechos que no tienen por qué ser inexistentes o menores en una pareja homosexual o en una familia homoparental, como no lo son para los hijos ‘fuera de matrimonio’ ni para las parejas ‘de hecho’.
Reconocidos sus derechos humanos; aceptados por la sociedad, salvo en sectores retrógrados; normalizados en los medios de comunicación; explotados como un mercado de alto poder adquisitivo; incorporados por la mayoría de las iglesias, menos por la Católica que mantiene un discurso de tolerancia mas no de aceptación; hasta hace unos años los grupos de la diversidad sexual eran también un objetivo político electoral.
Sin embargo, con la derechización de los partidos de centro y el corrimiento a la extrema derecha de los partidos conservadores, las diferentes expresiones del movimiento a favor de los derechos de la diversidad sexual están volviendo a ser satanizadas.
SE MUEVEN POLÍTICAMENTE
Sobra decir que muchos de los hombres que tienen sexo con hombres y mujeres que aman a otras mujeres son población civil y no militan en ninguna de las organizaciones que se definen por las siglas LGBTTTIQ+: lésbico-gay-bisexual-transexual-transgénero-travesti-intersexual-queer y más. No se puede hablar en sentido estricto de una comunidad sino de colectivos.
Por definición, son grupos progresistas que no necesariamente se sumarían a una izquierda partidaria. Algunos de sus liderazgos intentaron en años recientes empujar la apertura de partidos como el muy patriarcal PRI a estas colectividades, e incluso hubo esfuerzos dentro del tradicional panismo de conseguir lo mismo. Sin embargo, la homolesbotransfobia parece haberse instalado en las redes digitales de los críticos a la 4T, donde señalan el reconocimiento e impulso a las comunidades lgbt como uno de los pecados de la izquierda.
Entre muchas de las banderas de la derecha, la homofobia resulta contradictoria de la realidad nacional. Mas como en el mundo es tendencia el fascismo, voces representativas o en su mayoría anónimas critican desde el conservadurismo la visibilidad de los homosexuales. No pueden negar que existan, pero les molesta que salgan a la calle y se hagan notar con plumas y lentejuelas o con cuero y estoperoles.
Se dicen amenazados por una corrección política que, aseguran, en el fondo busca convertir en gais y lesbianas a infantes que no tienen esa inclinación. Quizá por eso han llegado a decir que Barney y los ositos cariñositos usan los colores del arcoíris. Y que no es otra la razón por la cual hay cuentacuentos drags visitando preescolares.
No todos los pretextos parten de la paranoia. Otros distractores que complican la conversación pública sobre el tema o alimentan el discurso de odio contra las minorías sexuales son, por ejemplo, que en algunas naciones avanzadas se proponga despojar de la patria potestad a los progenitores que se niegan a autorizar una terapia hormonal para hijos menores con disforia de género que quieren iniciar su transformación a edad temprana (si inician después de la pubertad los resultados ya no son tan realistas).
Lo mismo el hecho que haya varones travestidos que exijan su propio baño, poder entrar al baño de mujeres o no ser molestados en el baño de hombres; o que se exija que la seguridad social cubra tratamientos hormonales y cirugías para remoción de mamas para ellas, implantes de senos para ellos o reasignación de sexo para ambos.
O que haya personas que se identifican con un género fluido, por lo que quienes los rodean no atinan a saber si ese día están frente a una persona que se autopercibe como hombre, mujer o de género no binario; y que no falte quien reclame su derecho a ser reconocido como una ¡cebra!
Esas entre otras muchas anécdotas, como que se modifiquen documentos oficiales, empezando por la Constitución, con la fórmula del desdoblamiento (‘las y los ciudadanos’) o el lenguaje inclusivo (‘les ciudadanes’ o ‘los derechos de elles’); y que sea más fácil el cambio de identidad de género en los documentos oficiales que corregir la ortografía de un apellido.
VESTIDA DE REINA
Sin duda, lo que en el rico es alegría, en el pobre es jotería.
Gay es alegre en inglés y, según una versión muy extendida, en el antiguo reclusorio de Lecumberri los presos por delitos contra la moral eran destinados a la crujía J (de ahí el apodo de ‘jotos’), pero no si su familia tenía el dinero suficiente para comprar su libertad y preservar su secreto.
Así es la lectura clasista del movimiento por los derechos de la diversidad que afloró en las redes socio digitales. No hay menciones (al menos, no negativas) de la celebración del orgullo gay que hizo el 4 de junio Gloria Trevi (un icono de la diversidad), ni del reconocimiento que hizo la alcaldesa capitalina Margarita Moreno de las distintas formas de amar. Ah, pero se fabricó una supuesta indignación social porque participó una drag queen en el acto cívico del Complejo Administrativo, el lunes 5.
La excusa para disculpar una festividad que organizó el ayuntamiento prianista y condenar otra es que, mientras la primera fue en un teatro del pueblo, la segunda ocurrió dentro de los honores a la bandera que realiza cada lunes primero de mes el Gobierno del Estado. En sus mensajes, ciudadanos respetables se dicen ofendidos porque se atentó contra la virilidad de los soldados que formaron la escolta y la banda de guerra.
Sin embargo, la actuación del artista escénico no es distinta a cualquier otra manifestación de una comunidad cultural. Si ese acto cívico hubiera estado dedicado a los pueblos originarios y lo que hubiéramos visto fuese una danza tradicional, nadie diría nada. Pues bien, los miembros de los colectivos lgbt califican como tribus urbanas. Y, en ese sentido, si en una celebración por la juventud hubiéramos visto a un rapero o a un bailarín de break dance, nadie habría protestado.
PRIMERO LOS POBRES… TRANS
Ante ese clima de hostilidad que pretende revertir muchos de los derechos conquistados por los colectivos lgbt en su lucha contra la homofobia, es lógico que esos grupos se acerquen a un partido como Morena. La noche del viernes 9 de junio se llevó a cabo la toma de protesta de los Comités de Afinidad LGBTTTIQ+ de todos los municipios de Colima, con la finalidad de obtener una representación en “este sector poblacional”.
Estuvo presente en el evento Almendra Negrete, diputada local de Sinaloa y titular de la Secretaría de Diversidad Sexual del CEN del partido. Al tomar la protesta de “quienes velarán, promoverán y se organizarán para defender los derechos” de las personas lgbt, señaló “los intentos de los conservadores por arrebatarnos lo que tanto nos ha costado conseguir”.
Un grupo de morenistas que luchan por la causa de la diversidad, encabezado por Alejandro Pizano, director de Atención a la Diversidad Sexual y Género de la Secretaría de Bienestar, Inclusión Social y Mujeres del Gobierno del Estado, ya se manifestó en las redes sociales diciendo: #EsClaudia. Habrá que ver si surgen o se manifiestan grupos en favor de Marcelo Ebrard, quien siendo jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal legalizó los matrimonios igualitarios, o de Adán Augusto López, cuya postura frente a la diversidad sexual es menos conocida.
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