NO VAYA A SER QUE GANE

Adalberto Carvajal

Estaba cantado que, en la fase final de la contienda interna del Frente Amplio por México, la encuesta de opinión la ganaría la panista Xóchitl Gálvez y, la votación en la consulta ciudadana, la priista Beatriz Paredes.

Por eso fue necesario que en cuanto se vislumbraron los resultados del sondeo, el PRI anunciara el retiro de su precandidata. Si hubiera pasado a la segunda parte del proceso, la nomenclatura priista habría corrido el riesgo de que la exgobernadora de Tlaxcala saliera arriba y eso afectase la negociación con el PAN.

Además de romper la narrativa que habla de la senadora Gálvez como un fenómeno de popularidad, una victoria en la consulta alentaría a los sectores del tricolor que han venido protestando en contra de que la candidata del frente opositor sea Xóchitl, una versión más jóven y soez pero menos culta y coherente que Paredes.

Que doña Beatriz decline justo cuando apenas se resuelve la encuesta, le permite a la cúpula priista dar credibilidad al triunfo de Gálvez en una elección interna que estuvo decidida a su favor desde el principio. Y les ayuda a cobrar por ese favor una mayor cuota en la lista de posiciones a jugarse en 2024, tanto por el principio de mayoría como de representación proporcional.

Según reveló Milenio en una nota de este martes 29 de agosto: el PRI negoció con el PAN quedarse con la presidencia de la bancada del Frente en San Lázaro y la candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. La ironía del asunto es que, antes de ser proyectada como candidata presidencial, Xóchitl Gálvez se veía a sí misma buscando el gobierno capitalino que, además, tenía ciertas posibilidades de ganar.

No falta quién señala que esa fue la razón por la cual López Obrador “destapó” en la mañanera a la hidalguense, aunque lo cierto es que esa candidatura se gestó en la casa de Claudio X. González, no en Palacio Nacional.

Los intelectuales Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín habrían convencido al magnate de la conveniencia de impulsar a una figura que pueda venderse como política progresista, disruptiva, popular y sensible, aun cuando esas cualidades sean fingidas.

La dirigencia panista aceptará el trato porque si Paredes sigue en la competencia y pasa a la última ronda, la consulta, ella y Gálvez podrían acabar en un empate simbólico que generaría tensiones entre las militancias tan fuertes como para romper la unidad del FAM.

EL MALEFICIO DE BEATRIZ

Conocedora de los tiempos, Beatriz sabe también que éste es el momento de bajarse. Ni ella ni Xóchitl pueden ganar la elección presidencial, y en ese cargo no hay premio de consolación. De las dos posiciones que se mencionan, Paredes, hoy senadora de lista nacional, querría la coordinación de la bancada en la Cámara de Diputados donde ha ocupado curules en tres legislaturas: dos de mayoría por cada uno de los distritos de Tlaxcala y una plurinominal.

De la Ciudad de México nada le atrae a la exdirigente nacional del PRI y exembajadora de México en Cuba y Brasil. Fue candidata a jefa de Gobierno en dos ocasiones y perdió: en 2006 frente a Marcelo Ebrard, cuando el experredista postulado por el PAN, Demetrio Sodi, obtuvo más votos que Paredes; y en 2012 contra Miguel Ángel Mancera, cuando disputó un muy lejano segundo lugar con la panista Isabel Miranda de Wallace.

No obstante que las elecciones que ha perdido Paredes son tantas como las que ha ganado, para Roberto Madrazo –quien la derrotó en 2002, haciendo dupla con Elba Esther Gordillo en la primera elección abierta de dirigentes que vivió el PRI– la carrera política de Beatriz se ha construido con base en plurinominales.

En esa jettatura, no abona mucho al prestigio de Beatriz Paredes haber coordinado la campaña de José Antonio Meade en la elección presidencial de 2018: el empanizado priista quedó tercero detrás del candidato blanquiazul Ricardo Anaya.

Cuando se pensaba que terminaría dando la pelea a Xóchitl, no faltaron hasta periodistas de izquierda que alentaron la nominación de Beatriz:

-Algunos con malicia, asumiendo que Gálvez es en términos de marketing político un producto más competitivo en el mercado electoral y, en ese sentido, a Morena le conviene una rival como Paredes.

-Y, otros, con verdadera preocupación cívica ya que Beatriz, a diferencia de Xóchitl, garantizaba una campaña de altura, centrada en las diferencias del viejo régimen con el proyecto de la 4T más que en descalificaciones personales.

Con Xóchilt como candidata presidencial del frente opositor, lo que veremos será una campaña efectista de chistes y ocurrencias, no una disputa por la nación entre dos modos opuestos de concebir la política, la sociedad y el gobierno.

OTRA VEZ, EN DONDE LO DEJAMOS

También en el juego de las corcholatas está cantado el triunfo de Claudia Sheinbaum. La pregunta es qué le ofrecerán a Marcelo Ebrard para que se quede. Aun si se integrara a Movimiento Ciudadano, es más probable que esa campaña termine atrayendo a los inconformes con la 4T que, en otras circunstancias, darían un voto útil al FAM.

La confianza que tienen en Morena es que ni dentro ni fuera de la 4T Marcelo está en condiciones de minar la intención del voto a favor de Claudia. En uno de los noticieros de Televisión Española (TVE) dejaron en claro por qué: Sheinbaum se ha mantenido arriba en las preferencias de un electorado modelado por el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, fundamentalmente, porque Ebrard no conecta con los pobres.

Marcelo cometió un error en su estrategia para torcer la voluntad del presidente que sabía propicia a Claudia: operó con las cúpulas, pidió la venia de Washington, acordó con los líderes del sector empresarial y con la clase política opuesta a la gobernante. Pero en el diseño del plan no contempló la eventualidad de que el partido, simplemente, le preguntara a la gente.

La contienda interna en Morena terminará casi en los mismos porcentajes con los que empezó. Variarán mínimamente los resultados de la encuesta definitiva a los de las primeras mediciones que se hicieron luego que el presidente, en un alarde de lenguaje no verbal, mandara señales inequívocas respecto a cuál de los precandidatos representa la continuidad de la Cuarta Transformación.

Como han hecho notar otros analistas, de nada sirvieron entonces los cuestionados apoyos del aparato gubernamental a Claudia, ni los amagos y berrinches de Marcelo; tampoco el millonario gasto de Adán Augusto en publicidad espectacular, artículos o comentarios en medios tradicionales y pauta en plataformas digitales. Terminan como comenzaron: Sheinbaum en primer lugar, Ebrard en segundo y López Hernández en tercero.

PRIMOTISMO EN CHIAPAS

Meritorio es el cuarto lugar que habrá conseguido Gerardo Fernández Noroña con una candidatura a ras de tierra, basada en una definición ideológica de izquierda y posicionada en los medios con participaciones que, más que entrevistas, resultaban verdaderas controversias con periodistas que no entendían por qué el diputado federal por el PT está siempre a la defensiva.

En cuanto a Ricardo Monreal, ¿de verdad le dará su astucia para conseguir la candidatura a jefe de Gobierno de la Ciudad de México? Tal vez, si demuestra que el triunfo de Morena en la capital depende de su capacidad de movilizar a las mismas estructuras que, en 2021, operaron contra Sheinbaum partiendo el territorio en dos y dejando una parte controlada por la coalición PRI-PAN-PRD.

Cuando el presidente López Obrador dio a conocer en la mañanera la decisión de Zoé Robledo de no buscar la candidatura de Morena al gobierno de Chiapas, la dirigencia del Partido Verde supuso como muchos chiapanecos que descarrilar al director del IMSS implicaba regresarle ese bastión a Manuel Velasco. Sin embargo, la irrupción de Manuela Obrador en la escena política de ese estado rompió las certezas que llegó a tener la sexta corcholata.

Muchos opinadores no ven bien que una prima hermana del presidente suene para gobernar el estado donde, precisamente, Andrés Manuel vivirá a partir de que abandone Palacio Nacional. Pero, técnicamente, no hay nepotismo. De hecho, delito electoral sería negarle sus derechos políticos a Manuela Obrador Narváez.

Lo que habría que discutir es si la población chiapaneca rechazaría una candidatura tan cercana al presidente saliente. Y una primera conclusión es que no, al contrario. Si AMLO estuviera terminando su mandato con los niveles de rechazo que acabaron teniendo Vicente Fox o Felipe Calderón, Manuela Obrador correría la misma suerte de Marta Sahagún (cuya aspiración para suceder a su marido en la presidencia fue tomada a broma y ni a candidata llegó), de Luisa María Calderón (derrotada en la elección para gobernador de Michoacán) o de Margarita Zavala (que no pudo acreditar las firmas para ser candidata presidencial independiente).

En Chiapas, por el contrario, se podría repetir el fenómeno de Guerrero donde la población que tenía una intención de voto a favor de Félix Salgado Macedonio, cuando su candidatura fue anulada por un tecnicismo (no presentar un informe de gastos de campaña, por cerca de 20 mil pesos) pero en el marco de una serie de acusaciones por acoso sexual, decidió refrendar su apoyo a “el toro sin cerca” en la persona de su hija Evelyn Salgado.

De más está decir que si prospera el proyecto electoral de Manuela Obrador, eso impulsaría las aspiraciones de familiares de los gobernantes en otros estados de la república.

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