HORACIO ARCHUNDIA
EL PORTAL API no es una obra de la Administración Portuaria Integral de Manzanillo, sino de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Las fallas en la misma son, pues, imputables a esa dependencia. La construcción del paso deprimido fue una petición de los vecinos de las Colonias Burócratas y San Pedrito. La tardanza en terminarlo es responsabilidad también de la SCT. La API aportó recursos pero ni planeó ni hizo la obra. La corrección de los defectos de la misma es responsabilidad de la SCT y es a ella a quien deben reportarle y exigirle. Toda obra es perfectible, de manera que una vez que se identifiquen los errores o las carencias, deben reportarlas y buscar que se enmienden. Pero, insistimos, no compete a la API resolver esos problemas.
EL PANORAMA DEL COVID en el Estado sigue siendo desolador. Hasta la tarde de ayer, nuestra entidad registró 1437 muertos por el virus. De esos, 453 han sido porteños. Manzanillo es el municipio con mayor incidencia de casos: Tan solo en esta semana, hay mil 179 casos positivos activos. Estamos muy por encima del resto de los municipios y en esto, hay que decirlo, no tiene mucho que ver el puerto con los tripulantes de los buques, como se afirmaba y temía hace un año. La ola de contagios tiene su origen en la movilidad ineludible que observamos por doquier. Y hay que insistir en el sentido de que ya no es culpa de las autoridades, porque tanto los tres niveles de gobierno como las instituciones de salud han trabajado intensamente desde el surgimiento de la pandemia orientándonos en todas formas: Primero, se anunció la llegada inminente del virus en el primer trimestre del año pasado. Inmediatamente se nos informó qué era el virus, cómo se contagia y cómo había que cuidarnos. Luego se preparó, en la medida de las posibilidades financieras de los tres gobiernos, el sistema hospitalario para atender los casos más graves. Finalmente se obligó a empresas, escuelas, instituciones, negocios de todo tipo y dependencias públicas, a instalar módulos de salubridad colocando gel y exigiendo el uso de cubrebocas en todos los accesos. La autoridad misma determinó el cierre de negocios de riesgo y se procedió a esperar el embate del mal, como finalmente sucedió. En un año y medio de la presencia del virus ha campeado el principal problema: La desobediencia civil motivada por muchas causas.
El caos de la pandemia se agudizó ante la desigualdad social. Por un lado, los gobiernos protegieron a sus empleados mandándolos a casa con salarios seguros y en la tranquilidad de recibirlos sin regateo alguno. Por el otro, cientos de miles de ciudadanos ajenos a la burocracia han tenido que resistir su desventaja enfrentando día a día el virus en aras de conseguir el diario sustento. Es allí donde crecieron los contagios. Porque la mayoría de los ciudadanos tienen que trabajar para sostener sus hogares y no han tenido la cómoda opción de los burócratas que, trabajen o no, reciben sus sueldos. Y esto sin contar con que muchísimos de esos empleados oficiales tomaron el receso como vacaciones pagadas y han andado del tingo al tango sin cesar. La pandemia es imparable, pues, y lo que urge es asentar medidas preventivas ya no para pararla, -lo que es imposible-, sino para resistirla. Es decir: Prevenir el contagio y encontrar mecanismos o formas de curarlo. Ya a nivel mundial se ha dicho: Hay que buscar opciones para resistir la enfermedad que llegó para quedarse. La herbolaria es el mejor camino y la medicina de patente irremplazable. Los ciudadanos debemos acostumbrarnos a que el virus no desaparecerá y seguirá mutando. No nos queda otro camino que aprender a dominarlo.
En ese contexto, no se puede ir contra el comercio y las empresas aplastándolos restringiéndolos y limitándolos. Por el contrario, la iniciativa privada necesita estímulos porque sostiene la generación de empleos. La solución ahora es aprender a convivir con el Covid y reducir su impacto mortal a través de grandes campañas publicitarias en las que se difundan remedios naturales, nombres de medicamentos y medidas de control del virus. No hay más.
Por ahora, la ola de contagios sigue alzándose y nuestro deber es prevenir y atendernos.
POR HOY, BUEN DÍA.
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