Quod Scripsi, Scripsi

Asipona, la transición

HORACIO ARCHUNDIA

El tema de si los puertos deben o no estar bajo el mando de la Secretaría de Marina, está agotado, por mucho que los críticos de la medida pretendan “revolver” el agua, aduciendo una impericia que los marinos están lejos de tener. Manzanillo es un ejemplo de que el nivel de organización y la eficacia de los marinos en materia portuaria, son incuestionables. Y se explica fácil: El proceso de transición de los puertos de México se ha dado en varias fases: Primero hay que decir que todos los puertos de México estuvieron, entre 1940 y 1976, bajo el mando y control de la Secretaría de Marina. Transcurrida la Revolución, se creó la Dirección General de Puertos y Marina Mercante (1941), entregándosele el manejo absoluto de los puertos, incluidas las 103 capitanías.

Durante ese período, se construyeron y/o modernizaron varios puertos. Entre ellos el Interior de San Pedrito. Sin embargo, al comenzar su gobierno, el presidente José López Portillo emitió un decreto que transfirió los puertos a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (en 1976), incluyendo insólitamente las capitanías. Es decir que se encomendaron los puertos con las obras marítimas, el dragado, la señalización marítima, la operación portuaria, la pesca y la marina mercante, en general. Pero erróneamente se transfirieron las capitanías, que son autoridad portuaria naval, es decir, las responsables de la seguridad y la vigilancia de los puertos, lo que provocó una división y un desorden de mandos entre Semar y SCT, generándose sospechas de funcionamientos inadecuados de las capitanías.

De tal suerte que se observaron presuntas irregularidades en el funcionamiento de las capitanías y se decidió regresarlas al control de la Semar, que en 2017 las recibió bajo control. Eso dio pie a la devolución de los puertos en general al mando de la Semar, procedimiento que se concretó tras la reforma correspondiente a las leyes de la administración pública federal y a la de puertos. Y si bien le correspondió al presidente López Obrador consumar el proceso en 2020, éste había comenzado ya en todo el país desde cinco años antes. En Manzanillo, antes de 2018 ya habían dirigido la entonces Administración Portuaria Integral los vicealmirantes Jorge Bustos Espino y Alejandro Miranda Oseguera, como ensayos de la eficiencia que se conseguiría más tarde.

Pero fue a partir de septiembre de 2020 en que se hizo cargo en el proceso de transición el Almirante Salvador Gómez Meillón, primer manzanillense de nacimiento, por cierto, en ocupar la dirección.

Su atinado desempeño está demostrado. Su eficiencia y tenacidad para efectuar los cambios que demandaba la administradora portuaria se reflejan en las numerosas obras de impacto social, de mejoramiento infraestructural del puerto y de ampliación de espacios y servicios. Además de la cantidad de obras para facilitar la movilidad y la operación portuaria, baste decir que dejó una administración con ingresos en un 80% superior a los que recibió. Así de fácil.

La llegada del Almirante Mario Alberto Gasque Peña, en las semanas recientes, a la Asipona, es, así,  esperanzadora. Porque se trata de un hombre con gran experiencia en la Secretaría de Marina, conocedor de la infraestructura y de los servicios portuarios. Es, de hecho, un especialista en construcción de embarcaciones y tiene amplios conocimientos en el sector portuario.

De modo que para quienes dudaban del éxito que se tendría en los puertos, debe quedar claro que no solo tiene la Semar personal altamente capacitado en seguridad, obras y servicios portuarios, sino magníficos administradores cuyo único interés es seguir sirviendo al país. En casi cuatro años al frente de Asipona, la Semar ha dejado en claro que la “militarización” tan temida es en realidad garantía de llevar las cosas precisamente a buen puerto.

Por hoy, buen día.


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