CAMPO CUATRO

“A LA CARGADA”


Con la entrega de la constancia de mayoría a Indira Vizcaíno, candidata en común de Morena y Nueva Alianza a la gubernatura, se cumplió una primera fase del proceso de calificación electoral. Se hubieran presentado o no recursos de impugnación, esta constancia tendrá que ser validada por el Tribunal Electoral del Estado, órgano al que le corresponde extender la declaratoria de gobernadora electa para que, finalmente, el Congreso emita el decreto.

Mientras se van cumpliendo las formalidades legales para el arribo de un nuevo gobierno estatal, todavía viviremos sin duda intensos momentos políticos antes de la toma de posesión. 

En la tradición del viejo sistema político, era en esta etapa cuando se daba la lenta pero inexorable transferencia del poder entre el mandatario saliente y el entrante. Y siguiendo esa costumbre es posible que, antes de que Indira Vizcaíno rinda protesta, las fuerzas políticas y sociales se vayan aglutinando en torno a la futura gobernadora, en un fenómeno conocido en el folclor político como “la cargada”. 

En los años del régimen de partido único, ésta se producía apenas al conocerse el nombre del candidato oficial y no, como ahora, hasta que se establece una tendencia electoral o, en su caso, los vencidos renuncian a impugnar el resultado.

Para los fines que sean, será hasta que Vizcaíno Silva asuma el cargo que se le pueda hacer responsable de lo que acontece en el estado. Por la urgencia que tiene la población de que concluya el sexenio de Ignacio Peralta que muchos colimenses consideran perdido, se ha creado cierta expectativa en que se adelante el nuevo gobierno.


QUE NO LA CULPEN

Así lo vimos en 2018. Tras la determinación de Enrique Peña Nieto a bajar la cortina en cuanto se conoció el nombre del ganador de la contienda presidencial, quienes votaron esperanzados en la transformación de México dieron por concluido el sexenio del priista tan pronto como un día después de la jornada electoral.

Ese ánimo a declarar inaugurada la 4T el día del triunfo y no el 1º de diciembre, fue aprovechado por los detractores de López Obrador para culparlo de todo lo malo que ocurrió en los últimos meses del periodo de Peña. En la crítica a un gobierno anticipado, por cierto, faltó reconocer que el triunfo de Andrés Manuel creó las condiciones para que la transición se diera en paz y con tranquilidad en los mercados.

Como a López Obrador, a Indira le van a querer achacar todo lo que pase en Colima después del 7 de junio. Pero es claro que ella no es responsable de la manera en que cerrará el sexenio de Nacho, y menos si el mandatario saliente se empeña en fabricarle herencias malditas como la COPIP, tan cuestionable en su existencia autónoma como dependiente de la Secretaría General de Gobierno. 

Tampoco se puede hacer corresponsable Indira de cómo recibe el gobierno, si en el proceso de entrega no hay colaboración de los funcionarios peraltistas e insisten en ocultarle cosas.

La responsabilidad política de la ganadora de la elección de gobernador comenzará, si acaso, con la instalación de la nueva legislatura local donde Morena y sus aliados tendrán mayoría. Los diputados de la bancada dominante tendrán que ponerse a trabajar de inmediato, entre otras cosas, en la elaboración del presupuesto 2022.


COSECHAR LOS FRUTOS

Estos comicios demostraron que la mayoría de los colimenses querían un cambio. Y cabe subrayar la trascendencia de que sea Indira, una mujer de izquierda que será la gobernante más joven de la historia estatal, quien inaugure la alternancia en Colima después de más de 90 años de gobiernos priistas.

Tras recibir su constancia de mayoría, Vizcaíno dirigió un mensaje a sus seguidores, muchos de ellos militantes o simpatizantes de los partidos que la postularon, Morena y Panal, así como de Encuentro Solidario (PES) que hizo una alianza de facto en la elección de gobernador.

Frente al reto, que “es enorme y no será sencillo”, ya que “recibiremos un estado con grandes complicaciones, deudas financieras, abandono a nuestras clases populares, abandono a la educación, a la salud, a la seguridad misma”, Indira prometió “un gobierno que estará al servicio del pueblo, nunca más permitiremos que esté al servicio de unos cuantos”, y un clima de libertad donde la gente pueda disentir, pensar distinto sin que nadie la juzgue por ello.

Llamó la atención su reconocimiento a “todos los luchadores de izquierda que ha tenido nuestro estado”, entre ellos su padre, Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, quien hace 30 años fue el primer candidato de izquierda a la gubernatura. Estamos “cosechando” los frutos de esa lucha, declaró Indira. No obstante las “presiones” y “todas esas amenazas que ellos vivieron con el sueño de traer la justicia y la igualdad a nuestro estado”, la izquierda logra el gobierno en Colima.


Con todo, sería impreciso leer la victoria de Indira Vizcaíno como el resultado de una progresión escalonada de la izquierda partidista en los comicios locales. Ciertamente, personajes aún activos en la política como Arnoldo Vizcaíno y Carlos Sotelo, fueron fundadores del PRD. Y si bien militaron en el sol azteca algunos de los cuadros del movimiento progresista que llegan con Morena a cargos de gobierno en 2021, como la propia Indira Vizcaíno o la alcaldesa reelecta en Manzanillo, Griselda Martínez, no hay una continuidad clara entre ese movimiento luego devenido en perredismo –encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas– y el partido fundado por López Obrador muchos años después.


IZQUIERDA CIUDADANA

Mas no deja de ser enormemente simbólico el hecho de que el relevo generacional en la clase política de Colima, se dé como un logro en la equidad de género y a nombre de la hija de uno de los iniciadores de aquel movimiento nacionalista, demócrata y popular de 1988, en el que confluyeron diversas corrientes de pensamiento y acción.

El denominador común de aquella primera izquierda con viabilidad de triunfo, la del Frente Democrático Nacional al que pertenecían lo mismo las nuevas denominaciones del viejo Partido Comunista, los satélites del partido de Estado (PARM, PPS, PST) y la Corriente Democrática del PRI, fueron sus propósitos de enfrentar a lo que hoy todos entendemos como neoliberalismo en buena parte gracias a la pedagogía política de López Obrador. 

Esa izquierda defendió los recursos de la nación y el Estado de bienestar que los tecnócratas ya habían empezado a desmantelar, amén de luchar por hacer realidad la democracia y la justicia social. Esa izquierda partidista fue ganando posiciones en el Senado, la Cámara de Diputados, gobiernos estatales y muy concretamente en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. En Colima, la izquierda avanzó al conseguir elecciones y triunfos de autoridades auxiliares municipales, así como tres ayuntamientos en distintos momentos, antes de irrumpir en 2018 como un tsunami en el Congreso local y cuatro municipios.

En ese marco, se puede decir que en Colima ganó la izquierda pero no la izquierda partidista sino esa a la que se ha llamado la izquierda ciudadana. Se trata de una corriente de opinión que no se expresa necesariamente a través de los partidos, pero que se manifiesta en las coyunturas electorales cuando la ciudadanía ve una posibilidad real de cambio. Desde 1997 la gente apoyó todas aquellas propuestas libertarias que, en un espectro muy amplio, se fueron pronunciando en contra del cacicazgo en turno.

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