QUOD SCRIPSI, SCRIPSI

Horacio Archundia

LA POLÍTICA, ESA GRAN COMEDIA. La anécdota política de la semana anterior fueron las declaraciones del Regidor Jorge Luis Preciado Rodríguez, que, fiel a su estilo, salió de la nada en que se encuentra a anunciar que participará en el proceso de su partido, Acción Nacional, para ser candidato a la presidencia de la República. Tras el anuncio, que levantó un estruendo de carcajadas en todo el país, conviene apuntar algo sobre esta usanza de muchos políticos mexicanos, que juegan al trapecismo cameral y sacan raja de cada elección.

Mire usted: Jorge Luis sabe muy bien que no ganaría ni la presidencia del comisariado ejidal de Montitlán, núcleo agrario donde tiene algunos terrenos y propiedades, pero sabe también que con las relaciones y nexos que tiene con las cúpulas panistas del país, puede levantar la mano pidiendo una hacienda a ver si le toca un potrero. Esto es: Preciado puede ser de todo, menos pendejo.

Durante ya casi tres décadas ha ido de aquí para allá y de allá para acá, de cámara en cámara, alternando las posiciones de diputado local o federal o senador según le acomoden los tiempos y circunstancias. Siempre por la vía plurinominal, ha sabido formarse en la fila de los grandes repartos panistas y ha sabido, además, sacar buenas tajadas de su carácter festivo, de sus ocurrencias y de su enorme cinismo, lo que le permitió mantenerse en el panorama nacional al menos por quince años.

Llegó a ser todopoderoso en el PAN y supo de igual manera acumular fortuna económica aunque, quiera o no, fue perdiendo la política.

Y es que hay un Jorge Luis antes y otro después de Morena. Porque si ya en el 2015 perdió la gubernatura de Colima -en su primera elección realmente democrática- frente al priísta Ignacio Peralta, su derrota no fue producto de una justa verdadera, sino de la ola de traiciones que sufrió, y que no viene al caso nombrar porque además perdió por pocos votos.

Lo grave de veras en su vida política fue haber perdido contra Morena y ya no una gubernatura, sino apenas una presidencia municipal. Porque la alcaldía de Manzanillo no se la ganó Griselda Martínez, sino el Movimiento de Regeneración Nacional con Indira Vizcaíno a la cabeza en el Estado. Fueron el peso todavía indiscutible de Andrés Manuel López Obrador y el de Indira los que lo arrejolaron políticamente dejándolo en la lona.

Las declaraciones de Jorge Luis de la semana pasada, entonces, tienen que ver con la desesperación de Jorge Luis por salir del terrible hoyo político en el que se halla, a merced de los menosprecios de la alcaldesa porteña, que un día sí y otro también, se pitorrea de la fragilidad cómica del síndico y de los regidores «de oposición» que le sirven para dos cosas: Para reírse de ellos y para volver a hacerlo, porque a pesar de los esfuerzos por hacerlos que saquen la casta, no han podido con ella.

Entre esos avasallados por la alcaldesa de Manzanillo está, en primerísima fila, Jorge Luis Preciado, al que ya nadie le cree el bendito en materia política.

Así que en vísperas de acomodarse donde sea, echó atinadamente las miradas de angustia hacia arriba: Con los dueños del PAN, y allá, repartiendo dinero y prometiendo los bueyes y la carreta, sabe que conseguirá mínimo una diputación federal, o hasta una senaduría, si se pone listo.

A eso se debe el show mediático de Jorge Luis, que anda tan mal políticamente que hasta su suplente en el cabildo, que en la campaña pasada le prendía incienso y veladoras y le rezaba como a un santo, ahora ya es morenista.

El de Jorge Luis es el mismo juego que están haciendo Gerardo Fernández Noroña y Ricardo Monrreal, que saben que diciendo que quieren la candidatura presidencial los van a sentar a negociar y les van a regalar -plurinominales desde luego-, al primero una senaduría y al segundo una diputación federal.

Eso anda buscando Jorge Luis, que ahorita ya no ganaría ni la comisaría de Parajes, ranchería que estamos seguros ni conoce.

Viejo circo del que han sido buenos cirqueros.

POR HOY, BUEN DÍA.

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