ESTACIÓN SUFRAGIO

NOVELA DE SUSPENSO

ADALBERTO CARVAJAL

A propagandistas como Carlos Loret les gusta decir que, “por imponer a Claudia a como diera lugar, hoy Morena está al borde de la fractura”. Pero la verdad es que esa ruptura no se ha producido. Tras una semana de suspenso, Marcelo Ebrard no se decide todavía a abandonar el movimiento ni a romper con López Obrador.

El domingo 10 de septiembre, Marcelo presentó una impugnación que, de no ser respondida en términos positivos, llevará ante el Tribunal Electoral con la exigencia de que se repita el proceso. Pero la gran duda es qué hará Ebrard Casaubón cuando Morena le diga: “ya tenemos” candidata.

Este lunes 11 se esperaba que Movimiento Ciudadano (MC) anunciara la postulación de Marcelo como candidato presidencial del partido naranja. Sin embargo, lo que el excanciller declaró es que aguardará hasta el 18 de septiembre para formalizar su propio movimiento político nacional en caso de una negativa.

Ebrard no se decide a romper y tampoco acepta el resultado, no sólo por la manera en que se levantó la encuesta sino por la forma en que los aparatos de los estados gobernados por Morena actuaron las semanas previas a la consulta.

“Si esas diferentes circunstancias que se dieron, incidencias en el proceso se quedan igual, yo ya no tendría interés en estar en Morena. ¿Por qué razón?, porque si se le da carta a la naturalización a que se utilicen programas sociales, a que intervengan gobernadores, alcaldes, que vayan a los eventos, ¿por qué debería seguir yo allí? ¿Cómo explicaría la lucha política que hemos dado?”, sentenció.

No sabemos si se va y menos tenemos claro si, de abandonar Morena, ese movimiento político nacional del que habla Marcelo se servirá del registro de MC para postular a su dirigente a la presidencia. En días pasados Ebrard descartó presentarse como candidato independiente en las elecciones del próximo año. “No es la vía”, dijo. Aunque no por ello dejó de señalar que aparecerá en la boleta electoral.

COMO DIGO UNA COSA…

En este remolino de malentendidos y entredichos, algunos asumieron que Marcelo estaba dejando Morena en el momento mismo de anunciar que no participaría en la útima parte del proceso de consulta, justo esa donde se realizó el cómputo de los votos recogidos en la encuesta. Ebrard consideró que no se podía establecer un resultado creíble debido al número de inconsistencias detectadas, y planteó que se repita el proceso.

Desde el arranque del juego de las corcholatas, Marcelo ha mostrado su intención de victimizarse. Ese día del cómputo, su colaboradora Malú Mícher llegó a decir que le negaron el acceso al World Trade Center cuando, precisamente, fueron los representantes de Ebrard quienes se levantaron de la mesa y salieron a la calle pese a la advertencia de que, al dejar los gafetes, ya no podrían volver a ingresar. Como se ve en los videos, los guardias que le negaron el paso a la senadora por la primera minoría de Guanajuato, en realidad estaban reaccionando ante lo que vieron como un intento de la comitiva de Mícher de dar portazo.

Para quedarse en Morena, Marcelo pide lo imposible: repetir el proceso hasta que él salga arriba. Tras haber agraviado a la militancia, sería más sencillo conseguir la candidatura por una decisión política que por cualquier forma de elección primaria.

Ebrard nos recuerda a su mentor Manuel Camacho cuando le propuso a Carlos Salinas, en 1994, continuar en la carrera presidencial mediante una candidatura alterna. Estaba previsto que Morena terminaría generando su propia oposición, pero ya pasó el momento en que Marcelo debió mostrar ser más competitivo que Claudia.

Todas las encuestas serias que se levantaron en el último año y medio, por decir lo menos, daban como puntera a Claudia Sheinbaum con diez puntos de ventaja o más. Incluso en la consulta final, Mercaei –la encuestadora espejo que propuso Marcelo– le dio 39.3% de preferencias a Sheinbaum y 25.9% a Ebrard. Resultado similar al que obtuvo el Comité de Encuesta de Morena: Sheinbaum, 39.4%; y Ebrard, 25.6%.

ESTABA CANTADA

Obviamente, Marcelo nunca aceptará que Sheinbaum fue siempre, en la medida que se le percibió como sucesora natural de un presidente que termina con altos niveles de aceptación, mejor candidata que Ebrard.

Es paradójico, la encuesta no hubiera sido creíble de haberla ganado Ebrard. Tampoco si Adán Augusto López Hernández hubiese terminado en segundo. Marcelo se mantuvo en un inamovible puesto número dos. La disputa se centró en esos personajes, pero la entonces jefa de Gobierno de la Ciudad de México siempre aventajó al por ese tiempo secretario de Relaciones Exteriores.

López Obrador no impuso a Sheinbaum. La hizo ganar, que es diferente. El presidente se aseguró de enviar un mensaje inequívoco a la base morenista en el sentido que hay coincidencia plena entre el proyecto de nación que ejecuta Andrés Manuel y el que imagina Claudia.

Para reforzar este mensaje, el mandatario dejó entrever que Marcelo era el precandidato que implicaba un mayor riesgo de claudicar en aras de una reconciliación con las fuerzas económicas, políticas y sociales enfrentadas a la Cuarta Transformación.

Aunque Marcelo ha denunciado actos de proselitismo que, sin constituir delitos electorales, rompen la promesa de las dirigencias partidistas y de los gobiernos locales de no operar en favor de alguno de los aspirantes, la verdad es que la encuesta habría dado como puntera a Sheinbaum de todas maneras.

Según actuarios entrevistados por Rompeviento TV, los resultados de la encuesta son consistentes con una buena integración de la muestra. Si hemos de confiar en la precisión científica del instrumento, que la medición oficial y las cuatro encuestas “espejo” (además de Mercaei, las de CES, Buendía y De las Heras-Heliga) coincidan en los porcentajes y en el orden (con excepción de aquellas que colocan a Gerardo Fernández Noroña en tercero o cuarto lugar, alternando posiciones con Adán Augusto) confirma la certeza de la encuesta.

ESTÁ LLOVIENDO AFUERA

¿Qué va a pasar en el escenario electoral si Ebrard finalmente deja Morena? Los detractores de la 4T prefieren creer que el partido de López Obrador se romperá por la mitad. Pero las corrientes sociales y los grupos políticos que decían simpatizar con el perfil de Marcelo no necesariamente forman parte de la base morenista.

Habrían votado por la continuidad del Movimiento de Regeneración Nacional si el candidato fuese el excanciller, pero tal vez esos votos no hubieran sido suficientes para compensar las mermas que el obradorismo habría sufrido de llevar como candidato a Ebrard y no a Sheinbaum.

El drama de Marcelo Ebrard quitó la atención que los medios le estaban prestando a Xóchitl Gálvez. Por eso, tras quedar evidenciada la simulación para escoger como candidata a un personaje diseñado a la medida de los nichos del mercado electoral no atendidos por Morena, la narrativa de la prensa corporativa quiso asemejar el proceso interno del partido gobernante con el del Frente Amplio por México (FAM).

Más allá de que en ambos procesos resultó postulada una mujer, en nada se parecen la contienda interna de Morena a la de la alianza opositora. El juego de las corcholatas tuvo características particulares, muy distintas a las del viejo juego del tapado o el dedazo, y absolutamente diferentes a la mecánica del FAM donde, Claudio X. González, impuso su candidata a las nomenclaturas del PRI, PAN y PRD.

La comentocracia ha querido explicar la rebelión de Marcelo Ebrard como protesta por haber sido despojado de la candidatura presidencial. Pero la verdad es que el plan B de Ebrard lleva una semana de retraso. Se concibió para darle una salida digna tras perder la competencia interna, y cabe preguntarse qué le impide dar el siguiente paso.

Para el periodista Francisco Cruz, es el miedo a que se revelen los expedientes de corrupción que se han ido acumulando desde que Marcelo fue responsable del programa de vivienda para damnificados por los sismos de 1985 en el Departamento del Distrito Federal. Por no hablar del descontrol presupuestario en la Línea 12 del Metro, siendo jefe de Gobierno.

Y sin duda influye en la decisión de Marcelo saber que no encontrará mejores oportunidades políticas fuera de Morena. Apenas se especuló su ruptura con López Obrador, el panista Marko Cortés lo conminó a sumarse a la oposición pero subrayando que por ningún motivo suplirá a Xóchitl en la candidatura.

En la eventualidad de construir una tercera vía electoral con los colores de Movimiento Naranja, Ebrard tendría que competir por el mismo nicho de indecisos a los que apunta Gálvez, sin la posibilidad de robarle a la panista el voto radical de derecha. De quien tendrá que defender Xóchitl el voto conservador es del candidato independiente Eduardo Verástegui, con su discurso ultracatólico y anticomunista.

Si acepta la nominación de MC, Ebrard puede ayudar al partido naranja a convertirse en una oposición moderna, tan competitiva en 2030 como para aspirar a la alternancia con Morena. Pero nada en la biografía de Dante Delgado indica que quiera ceder su liderazgo a un personaje tan protagónico como Marcelo. Ni siquiera el gobernador Enrique Alfaro que convirtió al movimiento naranja en la fuerza hegemónica de Jalisco, pudo arrebatarle al dueño de la marca la franquicia en ese estado.

NO HUBO TRAICIÓN

Una última explicación a por qué Marcelo Ebrard no se ha decidido a abandonar Morena es lo difícil que le está resultando demostrar que tiene la razón moral e histórica. Todavía el lunes, en su mensaje enfatizó que no pretende romper con López Obrador; que su pleito es con los funcionarios de gobierno y del partido que torcieron el proceso para favorecer a Claudia.

Antes de partir a Colombia, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo tener tranquila la conciencia en torno del proceso interno de Morena porque “no hubo dedazo ni trampa”. Y, lo más importante, porque se cumplieron las condiciones que solicitó Marcelo Ebrard al inicio de la contienda.

Reiteró en Palacio Nacional que todas las encuestas realizadas respaldan la validez del resultado que da el triunfo a Claudia Sheinbaum. “No es cuestión de pleito”, sino de decisiones personales, comentó. “Si hubiésemos actuado de manera antidemocrática, si hubiese habido dedazo, trampas, entonces yo me sentiría muy mal, pero no, tengo mi conciencia tranquila y afortunadamente en las encuestas se demuestra. Porque si una encuesta hubiese salido distinta o el margen hubiese estado reducido, pues entonces sí habría más elementos”.

Recordó AMLO que Marcelo puso dos condiciones, las cuales fueron aceptadas e incluidas en el documento con las reglas: primera, que la pregunta más importante de la encuesta se respondiera a través de una urna y, segunda, que Sheinbaum dejara la Jefatura de Gobierno.

“Todas, todas (las condiciones se cumplieron), pero de todas formas no se puede cuestionar, ni mucho menos atacar a nadie, más cuando se trata de una gente como Marcelo. Es mi amigo y nos ayudó muchísimo en épocas difíciles en la relación con Donald Trump”, resaltó el presidente.

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